Recomponiendo al Hombre Nuevo

II


Conocer la Verdad

 

Empecemos por la verdad económica, explicando cosas básicas que no son descubrimientos sensacionales sino puro sentido común y reiteración de lo que lleva ocurriendo desde que el hombre ocupa este planeta. Verdades simples que los estudiosos de gabinete jamás han querido reconocer porque ello no satisface a su vanidad ni da para escribir gruesos tomos con frecuencia meros exponentes de los resentimientos del autor y sus deformaciones intelectuales. Lo trágico es que lo esconden bien como hizo Marx, (caso típico de persona plagada de grandes fallos morales) usualmente tras una fachada de preocupación social que no alcanza a su vida particular. Hagan lo que yo digo pero no lo que yo hago.

Este tema es muy vasto y nos parece que es mejor usar el sistema de párrafos precisos que expliquen puntos básicos invitando al lector a profundizar en  las ideas y a convencerse por si mismo. Porque el "hombre nuevo" víctima del desastre castrista tiene que auto educarse en muchas cosas y actuar por convencimiento. Cuando se cree en algo verdadero y útil se abre la puerta del progreso.

Consecuentemente nos parece útil reproducir aquí el último capítulo del libro Diálogo de la Tercera República. Todo lo que se recomienda ha sido atendido en el proyecto de reforma de la constitución del 40 colocado en este sitio Web. Sin un estado debidamente organizado la lista que sigue sería solo una lista de aspiraciones. Es preciso organizar el estado con controles y divisiones del poder que resulten en un equilibrio de modo que el ejecutivo no pueda excederse, el legislativo no se doblegue o dedique a la demagogia y el judicial sea honesto y justo.

 

Prontuario de Economía y Libertad

por: Alberto Luzarraga

 

“No hay libertad sin que cada ciudadano pueda conservar o disponer libremente del producto de su trabajo. Lo único acertado que dijo Marx es su observación que la estructura económica determina la estructura política. El marxismo concentra la propiedad para imponer el totalitarismo”.

 

Nuestro propósito a lo largo de este libro ha sido educar al cubano en la verdad. Entenderla, es triunfar sobre el marxismo mendaz y cruel. Llevamos mas de cincuenta largos años de propaganda, distorsión de la realidad y uso sistemático de la mentira como principio operativo de la política. Dada esta realidad, cualquier movimiento político que intente sacar a Cuba de su marasmo tiene que manejar puntos claros y educativos que expliquen las consecuencias económicas y políticas del estatismo.

Deben presentarse alternativas justas y prácticas. No es fácil, pues el marxismo no es el único sistema con fallos. El sistema de economía de mercado y empresa privada también los tiene como cualquier obra humana, pero cuenta con una enorme ventaja: Bien administrado tiende hacia la libertad porque propicia la independencia económica del individuo. El marxismo hace lo contrario: Propicia la dependencia económica que inevitablemente deriva hacia la dependencia política.

Cualquier sistema puede degenerar y tornarse abusivo si no se crean contrapesos y controles y ello incluye el sistema de empresa privada. Pero el marxismo nace con un vicio incurable. Concentra el poder económico y político por diseño; mientras que el sistema de empresa privada tiende a lo opuesto pues al propiciar la acumulación de riqueza individual sienta las bases para la independencia política.

Nada funciona bien sin esfuerzo y sin razonar las ventajas y desventajas. Puede existir un sistema de empresa privada indeseable con la riqueza concentrada en unos pocos que a su vez tienen gran poder de empleo y de contratación. No es un verdadero sistema de empresa privada pues en esas condiciones se parece al fascismo ya que el gobernante suele ser partícipe en los principales negocios bien porque lo exige o porque se lo ‘invita’.

Por otra parte, puede existir una social democracia en la que el estado sea el principal y abrumador gestor económico. Simplemente toleraría las pequeñas empresas que a su vez dependerían en gran parte de la capacidad de compra del estado. Con un estado enorme, dueño de enormes monopolios en los principales sectores económicos no se logra una verdadera democracia pues un sector de la sociedad, el estado, tiene tanto poder que le resulta fácil manipular el proceso democrático dando recompensas económicas a sus adeptos o castigos a quien no comulgue con sus ideas. Ambos modelos son inaceptables pues ninguno genera libertad con prosperidad.

El tejido económico y social es delicado y complejo. Se basa en dividir el poder, crear contrapesos, permitir la gestión individual, hacer responsables a los gobernantes de sus actos y exigirle al ciudadano que cumpla la ley. No hay fórmulas mágicas. Cada cual tiene que cumplir con lo que le corresponde.

Los demagogos simplifican todo, prometiendo lo que no pueden dar porque saben que lo que prometen no depende de ellos. Depende de una sociedad bien organizada y dedicada a trabajar que ya ha creado riqueza. Los demagogos no crean riqueza, solo reparten la que hay para encumbrarse y si no hay nada que repartir prometen darlo en un futuro incierto, cuando exista gracias a sus fórmulas mágicas. Todo es retórica y posponer lo concreto y actual por lo imaginario y futuro. El pueblo de Cuba sobradamente conoce este método.

Hemos sufrido mas de medio siglo de divagaciones, improvisaciones y teorías caprichosas. Es más que hora de cambiar de método pero requiere que se entienda como funcionan las cosas en el mundo real, y no en el mundo de la demagogia, la fantasía y la frase hecha.

Hablar de libre empresa, economía de mercado y libertad política sin explicar al menos sucintamente en que consisten es dejar la puerta abierta al demagogo. Los puntos que siguen intentan explicar y sentar bases lógicas para una economía que funcione.

Son bases bien establecidas por la experiencia y la vida cotidiana. Son las mejores pues provienen de la experiencia humana y no de las elucubraciones de un estudioso de gabinete como Marx que nunca vivió lo que predicó. Se presenta un prontuario de puntos básicos para informar y reflexionar que resume lo dicho anteriormente y puede leerse por separado. Cada punto puede desarrollarse a fondo pero como hemos dicho: Eso es trabajo del lector si desea profundizar.

· No hay libertad sin que cada ciudadano pueda conservar o disponer libremente del producto de su trabajo.

· Lo único acertado que dijo Marx es su observación que la estructura económica determina la estructura política.

· El marxismo concentra la propiedad para imponer el totalitarismo. Lo disfraza de propiedad comunitaria para cebar el anzuelo. Después de tragado es difícil sacarlo pues muchos se adaptan a depender del estado. Podrán protestar en un momento dado de que lo proveído no es adecuado pero en el fondo quieren que se les provea en vez asumir la responsabilidad de labrarse su propio destino y crear riqueza.

· El individuo que depende totalmente de otro es un esclavo o un infante. Depender económicamente del estado en forma total es esclavitud. El estado como único empleador es la modalidad moderna de la esclavitud.

· Entregar al estado una buena parte de nuestra responsabilidad económica y social es convertirse de facto en un infante, que espera todo de su ‘papá’ estado. Es ponerse en camino de la esclavitud porque se transfiere una cantidad importante de poder sobre la persona y su vida diaria. El estado ‘niñera’ es el precursor del estado totalitario porque transfiere una notable cantidad de poder a una estructura burocrática que tiende a crecer desmesuradamente y a convertirse en dominadora y autocrática.

· El estado está compuesto de personas con idénticos defectos a los que aquejan al ser humano. Entregar vida y hacienda en manos de extraños es absurdo. Nadie lo haría con su casa o sus hijos. El estado enorme y burocrático es peor que un extraño. Es impersonal e indiferente. Resulta muy fácil mandar al quejoso a otro departamento y lavarse las manos.

· Para que exista libertad es preciso dividir el poder tanto político como económico. Cuando un ciudadano puede ahorrar y crear su patrimonio adquiere una medida de poder y de autogestión. Puede tomar decisiones políticas independientes sin tener que obedecer ‘orientaciones’ de su patrón.

· Desde que existe el mundo, lo normal para el individuo ha sido producir, vender el sobrante y comprar lo que no produce. La diferencia entre lo que se vende y lo que se compra es la ganancia que permite ahorrar e invertir en más medios de producción. La ganancia no es un atraco, ni una explotación, es normal. Cuando el individuo necesita más personas para producir les propone un sueldo. El que vende su trabajo hace lo mismo, vende una mercancía, su trabajo, y compra lo que necesita para atender sus necesidades. Lo que sobra es ahorro.

· Cuando se habla de economía de mercado se dice simplemente que se produce, se compra y se vende y que los precios se determinan por la oferta y la demanda de las personas y empresas que concurren al mercado. Bien pudiera llamársele economía de precios. Si hay mucha producción de maíz por ejemplo, baja el precio porque excede la necesidad del momento. Lo contrario pasa cuando hay escasez. Esto implica que hay libertad para crear empresas, contratar trabajadores, producir, concurrir al mercado, vender y fijar precios, que hay transporte para trasladar lo producido, que hay intermediarios que distribuyan eficientemente las mercancías que hay incentivo para dedicarse a trabajar, porque el que trabaja puede ahorrar y progresar. El marxismo no quiere que ésto suceda porque disminuye su control sobre la población.

· El marxismo no funciona por eso mismo. No hay estímulo. Nada tiene dueño, nadie tiene interés en mejorarlo porque en definitiva es del estado y realmente es propiedad de la clase política que controla el estado, tiene todos los medios de producción bajo su control y se reparte lo que hay dándole migajas al pueblo.

· La libertad se basa en la capacidad individual de ser empresario, trabajador libre o ahorrista. El término economía de mercado que explicamos enfatiza la función del mercado en fijar precios. Sería mejor aún llamarle economía de empresa individual, libertad de trabajo y de ahorro. Porque ello resalta a la persona y enfatiza la capacidad del individuo de crearse un patrimonio independiente.

· Ese patrimonio no sólo es material, puede ser también intelectual e incluye también cualidades personales como la experiencia acumulada y la reputación profesional del trabajador. En realidad los conocimientos son el mejor patrimonio del hombre libre y su reputación profesional su carta de presentación.

· El mercado es un término abstracto que de por sí no explica que detrás del mercado hay una vasta cantidad de individuos que lo conforman y lo hacen funcionar haciendo millones de transacciones diarias. Como el mercado está compuesto de individuos y no de santos hace falta vigilarlo para que no se cometan abusos. Es ahí donde el estado tiene una función. Es el árbitro en el juego de pelota social que es el mercado. Vigila que nadie batee con un bate relleno de corcho.

· El estado también debe vigilar que los que concurren al mercado organizados en compañías no abusen de su posición o concentren el poder económico. Para ello existen las leyes antimonopolio y las leyes laborales. Las leyes antimonopolio existen para evitar que la producción se concentre en una sola empresa. Esto destruye el mecanismo del precio pues el productor monopólico puede en teoría fijar el que le parezca. La concurrencia al mercado se basa en que varios productores compitan entre si y se esfuercen en producir mercancías de calidad a precios razonables. Exactamente lo contrario del estado marxista que habla mucho de monopolios mientras los crea en cantidades industriales.

· El empresario es el motor de la libre empresa. Tiene imaginación, energía, algún capital, sabe comprar, vender y administrar. Es un factor de la producción, y más importante que el capital, porque mucho capital es manos de incompetentes no produce nada o es malgastado o robado. Ejemplo claro: el estado marxista donde no hay controles naturales de concurrencia al mercado que a su vez impone la eficiencia.

· En una sociedad pujante el estado estimula la creación de empresas en vez de entorpecerla porque las empresas son fuente de trabajo. Su función es la de vigilar que las cosas marchen bien o que funcionen mejor y de evitar que no funcionen. Ejemplo: Si un empresario tiene un negocio de taxis, la función del estado es asegurarse de que los taxis estén en buenas condiciones mecánicas y los taxistas sean conductores experimentados y conocedores de la ciudad. Ello ayuda al funcionamiento del negocio porque hace que los improvisados y descuidados desaparezcan. Debe existir libertad de crear empresas sin más requisitos que los que imponen la prudencia y el sentido común.

· El empresario depende de otros que produzcan, a los cuales debe remunerar adecuadamente si quiere producción de calidad y en cantidad adecuada. Son los trabajadores.

· Una sociedad justa debe aspirar a que todos los que deseen trabajar puedan hallar empleo pero existe una realidad: No hay crecimiento en la oferta de trabajo sin creación de riqueza.

· El desempleo es reflejo del estancamiento económico y social de una nación. Una nación se estanca cuando no educa a su población o cuando no la deja desenvolverse y crear riqueza. También se estanca cuando envejece y no procrea o aborta a sus hijos.

· El puesto de trabajo no es propiedad del obrero ni de la empresa. Visto en su realidad, simplemente llena una necesidad social al responder a un mercado de bienes y servicios que necesita empleomanía. Las empresas que se desempeñan bien requieren más obreros; las que no tienen éxito o pasan por períodos de vacas flacas, quiebran o rebajan su plantilla para adaptarse a la demanda.

· El despido es una realidad del sistema de empresa que, en una economía de mercado, requiere ajustes constantes. Pero el trauma ocasionado debe ser mitigado con dos apoyos: el seguro de desempleo y el despido compensado. Con el primero se provee un apoyo económico mientras el trabajador se reubica en otro puesto. Con el segundo el empleador paga un múltiplo del salario mensual proporcionada al tiempo que estuvo en el puesto. Esto puede ser pactado en el contrato laboral o con mínimos establecidos por la ley. El seguro de desempleo es un costo laboral que usualmente paga el empleador. Debe ser administrado por una entidad paraestatal independiente.

· El mejor antídoto al despido o desempleo es procurar que exista una gran demanda de trabajo. Ello resalta el hecho obvio de que es mejor trabajar para una empresa exitosa que aferrarse a un empleo en una que va mal. Poder cambiar de trabajo libremente y aspirar a uno mejor remunerado, más seguro o más afín con las cualidades del obrero es la base del entusiasmo y el progreso personal. Un buen profesional, artesano o trabajador siempre puede conseguir trabajo cuando se desempeña en una sociedad pujante que crece, progresa y crea empleo. Un error común es repartir el empleo que existe creando semanas de trabajo de baja duración para así crear más empleos. Es una estrategia que falla porque sólo aumenta los costos y acaba produciendo resultados negativos: empresas estancadas o fallidas y menos puestos.

· En una sociedad justa debe aspirarse a que el salario de un obrero común sin calificación especial sea suficiente para sostener una familia en forma modesta aunque digna. Idealmente el salario individual o de un núcleo familiar debe dar la posibilidad de ahorrar y con dicho ahorro aspirar a sembrar la semilla de una pequeña empresa. Empresa que puede crecer y tomar créditos para aumentar su capital de giro. Pagar un salario de hambre no solamente es explotación sino fuente de agitación social porque no permite al individuo aspirar a salir de su estado. Mata la movilidad social que es la base de una sociedad vibrante y justa

· Muchas sociedades establecen salarios mínimos por ley. Están enfocados solamente al individuo y a la tasa que se paga por hora trabajada. Tienen sentido si hay un exceso de oferta de trabajo para proteger al individuo de un salario de miseria. Pero en una sociedad económicamente pujante el mínimo no funciona así. Suele estar atrasado y nadie calificado y con experiencia quiere emplearse por esa remuneración. Pasa a ser un salario de inicio para aprendices, estudiantes que trabajan en sus vacaciones o personal temporero.

· El salario debe estar relacionado a la jornada laboral normal de 8 horas. Si se trabajan horas extra se pagan mejor. Si se trabaja a destajo se paga un precio por unidad que permita ganar una cantidad razonable en una jornada normal. Las vacaciones retribuidas son aceptadas universalmente. Son parte de la remuneración.

· En igual forma la asistencia médica también lo es. Puede haber muchos sistemas. Pagada en su totalidad por el empleador, pagada por contribuciones mutuas de obrero y empleador, pagada por el estado que cobra un impuesto al efecto. Puede ser proveída por profesionales o clínicas que cobren un tanto por afiliado o proveída en clínicas del estado. La experiencia en otros países sugiere que el monopolio estatal no da buenos resultados en cuanto a calidad y rapidez en el tratamiento. Es un asunto que cada sociedad debe resolver por si misma tras debate. Pero no se debe prohibir que existan diferentes sistemas ni crear monopolios pues todos los monopolios son ineficientes y burocráticos.

· El costo de atender a la salud es un costo social, empresarial e individual y cada segmento debe contribuir en forma razonable. Si se carga tan sólo sobre el obrero se le reduce inaceptablemente su salario neto. Si se carga solamente sobre la empresa se aumentan los costos y se reduce la competitividad y también el salario pues el empleador calcula lo que puede pagar después de abonar los costos sociales. Si se deja todo en manos del estado se le invita a subir los impuestos y a crear una burocracia enorme que previsiblemente será ineficiente y politizada tarde o temprano porque sería fuente obvia de puestos públicos debidos a alguna influencia. Lo correcto es pedir a cada parte que haga lo suyo de acuerdo con sus posibilidades económicas. Aunque el obrero contribuya menos que el empleador es bueno que contribuya algo pues el que paga tiene derecho a exigir más y se preocupa de hacerlo.

· Idealmente eltema de la salud debería resolverse por el trabajador y el empleador donde ambos contribuyesen a un sistema mutualista como el que existía en Cuba antes de Castro. En dicho caso el obrero escogería el que le conviniese y estimularía así la competencia en calidad y servicio. El estado debe tener una función supletoria para aquellos casos en que el tamaño de las empresas, la economía particular del usuario u otras causas no permitan hacer lo anterior. Debe también vigilar que los servicios proveídos se ajusten a patrones profesionalmente adecuados.

· Los trabajadores tienen el derecho de sindicalizarse para negociar mejor con el empresario, particularmente si éste es miope y egoísta y no entiende que un trabajador contento y bien remunerado es su mejor inversión. Como dijimos no hay nada perfecto pues el ser humano es lo que es y por eso existen leyes laborales para proteger al trabajador. La ley laboral debe proteger al individuo y no entorpecer el desarrollo de la empresa que es la fuente de trabajo. Una ley demagógica hace con frecuencia más daño a la creación de empleo que un patrón egoísta. En una economía de libre competencia los egoístas y miopes usualmente fracasan. El líder sindical hace un servicio importante a sus representados. Si los usa para encumbrarse personalmente es tan egoísta como el patrón explotador.

· El obrero debe poder organizar su retiro bien sea en forma independiente o con el apoyo del estado. Los sistemas de retiro que funcionan mejor son los creados por deducciones del salario y contribuciones patronales cuyo patrimonio se da a administrar a profesionales del ramo de inversión. Siempre con los controles legales y operativos de rigor y con supervisión por el estado y por los beneficiarios. Se bajan así los costos, se aumenta la eficiencia y no se crean burocracias inmensas y politizadas que consumen en salarios gran parte de las contribuciones.

· El ahorrista es cualquiera que consuma menos de lo que produzca. Los jubilados, que acumularon un patrimonio de ahorro durante sus vidas y en su tercera edad viven del producto de ese ahorro, son una clase esencial de la sociedad que debe ser estimulada a que provea capital. Lo hacen proveyendo fondos a través de sus cuentas de ahorro en el sistema bancario que sirven para que otros creen empresas.

· Casi todas las empresas que crecen están necesitadas de fondos para financiar su crecimiento. El capital inicial aportado usualmente es insuficiente y si la empresa va bien tampoco es suficiente la utilidad generada porque precisamente el éxito consiste en vender mucho a buenos precios. Una empresa en crecimiento que gane el 10% neto sobre sus ventas, después de pagar todos sus gastos de salarios, materiales, impuestos, servicios públicos etc. lo está haciendo bien, pero obviamente requiere fondos de otras fuentes para crecer y emplear más obreros, comprar materiales, instalar maquinarias, etc.

· Esto significa que deben existir formas de obtener fondos. Hay dos clásicas: los mercados de acciones y los bancos.

· Los bancos reciben el ahorro de la sociedad y lo prestan a aquellos miembros de la sociedad que lo merecen por su honradez, espíritu de empresa y capacidad de pago. Los bancos deben ser prudentes en escoger sus acreditados porque el 90% de los fondos que prestan son de la sociedad en que operan y solo del 8 al 10 % es su capital. Si fuese el 10% deberían al público depositante 10 veces lo que tienen de capital. Es la única forma en que puede funcionar el negocio si se pretende que presten a tasas razonables. Un banco que tenga un costo de fondos del 4% puede prestar al 6 % y ganar un 2% porque tiene ese ‘palancaje’ financiero. Es necesario que los bancos ganen dinero porque tienen que proveer reservas para las cuentas malas que siempre se producen. Los bancos realizan una labor social y por ello todos los países los sujetan a supervisión y control por una entidad especializada que cuenta con inspectores que analizan los créditos dados y la solvencia de la entidad.

· Un banco mal administrado y/o deshonesto tiene usualmente su capital perdido en malos créditos aunque quiera disfrazarlos de buenos. Es una rémora social porque defrauda por su mala gestión a los depositantes que confiaron en él o los estafa si usa los fondos para, a sabiendas, dar créditos incobrables y repartirse el botín. En cuanto a riesgos, lo mismo puede decirse de los malos bancos estatales que de los privados. La experiencia de los estatales es aún peor que la de los privados porque la política protege a la mala gestión y las pérdidas se reparten a toda la ciudadanía que paga impuestos, porque cuando quiebra un banco estatal el estado se ve forzado a pagarle a los depositantes con cargo al presupuesto. Y lo mismo ocurre con los privados pues en definitiva el estado falló en su labor de vigilancia y también se le reclama por su mala gestión como poder regulador.

· No se puede entregar una licencia bancaria a cualquiera. Debe existir competencia profesional y amplio respaldo económico. Gran parte de los fracasos que ocurrieron en países que han transicionado del centralismo marxista a la libre empresa se deben a permitir que elementos criminales o deshonestos se apoderen de los bancos. Y peor aún, a veces existía un sistema de seguro de depósitos hasta cierta cantidad, lo cual creaba la ilusión de que todos los bancos eran iguales porque el estado pagaba en caso de quiebra. Es el sistema ideal para un delincuente financiero. En el marxismo los bancos no dan créditos, reparten las asignaciones presupuestarias. Luego no hay experiencia profesional y simplemente cambiar de nombre y de dueño no resuelve nada sino no hay solvencia, honestidad y competencia profesional. Un delincuente al frente de un banco tiene en efecto una licencia para robarse 10 pesos por cada uno que ponga de capital y pasarle la cuenta al estado.

· La otra forma clásica de levantar fondos es acudir a los mercados de capitales. Se puede obtener capital en dos formas principales: como préstamo o como venta de acciones de una empresa. Los bancos, como se explicó, son fuentes de préstamos pero también las empresas pueden emitir valores que representen deuda (bonos, pagarés) que el público puede comprar para recibir un interés por su ahorro, usualmente mayor de lo que pagaría un banco. En el caso de acciones se compra una parte alícuota del capital de una empresa. Los accionistas invierten su capital en los negocios de la empresa y corren los mismos riesgos comerciales. Lo hacen porque les gusta el negocio y porque les va a rendir más que invertir en cuentas de ahorro o en bonos. Se benefician del rendimiento de negocio que es mayor que el interés que pagaría un bono emitido por esa misma empresa. El interés pagado seria un costo incluido en el precio en que venden su producto y obviamente tiene que ser menor.

· Es práctica común remunerar a los trabajadores con suplementos a su sueldo por buen desempeño o con suplementos generales atados a las ganancias del año. Una forma útil de estimular al obrero a largo plazo es con acciones de la empresa, permitiendo comprarlas en condiciones favorables. Se logra mediante opciones de compra ejercitables durante un período largo de tiempo aunque el precio haya sido fijado al valor de mercado en el momento en que se concedió la opción. Vincular al trabajador al éxito económico de la empresa es lo que se consigue. Si la empresa va bien, las acciones suben. La opción puede entonces ser ejercitada y la acción vendida en ese momento con una ganancia. Hay muchas formas de estimular el ‘capitalismo popular’ y esa es una de ellas. Una sociedad pujante estimularía ese capitalismo, en que muchos trabajadores fuesen también accionistas, porque sería una forma eficiente de ahorrar más remunerativa que el simple interés. Aunque implica mayor riesgo, ese riesgo se remunera mejor. Dividiendo prudentemente su ahorro, el trabajador tendría disponibles todas las vías para aumentar su patrimonio y labrarse una independencia económica.

· Los mercados de capitales no pueden operar por la libre. Para emitir acciones o bonos hay que cumplir una serie de requisitos. El principal es información financiera confiable. La contabilidad de cada empresa que vende acciones al público debe ser certificada por profesionales independientes. Son los contadores públicos que cobran por ese servicio y son responsables con su patrimonio si fallan y certifican como buenas cuentas que no son correctas. Los valores emitidos, sean bonos o acciones, deben ser también examinados por abogados que den su opinión sobre haberse cumplido todos los requisitos legales. Es decir que los pagarés, bonos o acciones que se emitan se ajusten a la legislación vigente. Los abogados, si yerran, también responden con su patrimonio.

· El estado supervisa los mercados de valores, usualmente a través de una comisión de valores independiente que vigila que los mercados no se manipulen para inflar o bajar los precios en perjuicio de los inversionistas. Y además que la información dada por las empresas llegue oportunamente a todos los inversionistas de modo que ninguno tenga una ventaja para comprar o vender.

· Todo lo anterior no funciona si el estado no se ajusta a un presupuesto acorde con lo que recaude. Si gasta mucho más de lo que recauda y cubre el déficit imprimiendo dinero crea inflación. El papel dinero no es sino un medio de pago para facilitar las transacciones entre individuos. Su cantidad debe responder a la cantidad de producción que exista para comprar o vender. Si se crea más dinero del necesario el dinero vale menos y compra menos mercancías. En ésto consiste la inflación. Cuba la ha tenido bajo Castro y los precios de los mercados libres la han reflejado. El gobierno que siga a Castro tiene que evitar la inflación como si fuese una plaga porque de hecho constituye un impuesto terrible sobre el pueblo trabajador cuyos sueldos siempre estarían atrasados respecto a la subida de los precios. La inflación lleva a la desesperación y destruye los gobiernos democráticos que no usan el terror ni libretas de racionamiento estilo Castro.

Resulta claro que el sistema requiere: libertad de emprender negocios, independencia para comprar, vender y organizar compañías, capacidad profesional para asesorar o certificar la veracidad de lo presentado a los mercados, honestidad en la gestión, supervisión estatal para verificar que se opera bajo la ley y se cumplen las reglas estipuladas por la ley y no por el capricho de una persona. La ley comercial bien hecha, se dicta para promover el buen funcionamiento y no para perseguir o acosar.

El sistema se basa en crear equilibrios y controles recíprocos. Nadie debe tener todo el poder ni toda la iniciativa. Todo el poder lleva inevitablemente al abuso. Toda la iniciativa económica concentrada en un solo organismo o persona, conduce a la ineficiencia y al error garrafal. ¿Por qué? Muy simple, nadie lo sabe todo y si se equivoca se equivoca en grande pues compromete una enorme cantidad de capital social (no es el suyo) a su empresa descabellada. Cuba por 50 años ha sufrido los efectos de este tipo de organización, irresponsable, corrupta y profundamente egoísta, que ha derrochado esfuerzo de un pueblo en beneficio de una casta de gobierno

El sistema de libre empresa requiere un estado de derecho donde las cosas se hagan respetando los procesos y reglas establecidas democráticamente, reglas que se examinan y discuten a fondo por una legislatura debidamente electa, reglas que den participación a la sociedad civil y a la capacidad profesional y creativa presente en ella a través del ciudadano. Reglas amparadas por tribunales independientes.

Una verdadera preocupación por el pueblo equivale a querer verlo progresar, económica, cultural y moralmente. Un pueblo en la miseria se ve impedido de progresar en su cultura porque la sociedad civil de descompone. Tampoco progresa moralmente porque la miseria y la angustia de subsistir generan conductas antisociales.

La toma de decisiones que hagan progresar a la sociedad y la lleven a un bienestar con algún desahogo es una enorme responsabilidad porque el ser humano no sólo debe tener sus necesidades perentorias cubiertas. Además debe tener esperanza en mejorarlas y esperanzas fundadas en la experiencia de lo que ve ocurrir a su alrededor. Un pueblo sin esperanzas, no produce, no procrea, no crece como sociedad.

Pretender que un grupo de individuos, funcionarios de una autocracia, sin haber recibido un mandato popular en elecciones disputadas, sin controles institucionales y sin tener una ejecutoria profesional demostrada (la adulonería al líder es el principal requisito exigido en el caudillismo) sea capaz de tomar eficientemente las decisiones de los millones de personas que conforman una sociedad y un mercado es una vulgar estafa, absurda e insultante a la dignidad de la persona. Como absurda, no funciona. El hábitat de la economía de libre empresa y de mercado libre es el estado de derecho y la división del poder.