PRONTUARIO DE ECONOMIA Y LIBERTAD

 

Por Alberto Luzárraga

 

Primero de una serie

 

 

Introducción.

 

Educar al cubano en la verdad es triunfar sobre el marxismo mendaz y cruel. Llevamos cincuenta largos años de propaganda, distorsión de la realidad y uso sistemático de la mentira como principio operativo de la política. Dada esta realidad, cualquier movimiento político que intente sacar a Cuba de su marasmo tiene que manejar puntos claros y educativos que expliquen las consecuencias económicas y políticas del estatismo. Deben presentarse alternativas justas y prácticas. No es fácil, pues el marxismo no es el único sistema con fallos. El sistema de economía de mercado y empresa privada también los tiene como cualquier obra humana, pero cuenta con una enorme ventaja: bien administrado tiende hacia la libertad porque propicia la independencia económica del individuo mientras que el marxismo hace lo contrario, propicia la dependencia económica que inevitablemente deriva hacia la dependencia política. Cualquier sistema puede degenerar y tornarse abusivo si no se crean contrapesos y controles, y ello incluye el sistema de empresa privada. Pero el marxismo nace con un vicio incurable. Concentra el poder económico y político por diseño; mientras que el sistema de empresa privada tiende a lo opuesto pues al propiciar la acumulación de riqueza individual sienta las bases para la independencia política.

Nada funciona bien sin esfuerzo y sin razonar las ventajas y desventajas. Puede existir un sistema de empresa privada indeseable con la riqueza concentrada en unos pocos que a su vez tienen gran poder de empleo y de contratación. No es un verdadero sistema de empresa privada pues en esas condiciones se parece al fascismo ya que el gobernante suele ser partícipe en los principales negocios bien porque lo exige o porque se lo ‘invita.’ Por otra parte, puede existir una social democracia en la que el estado sea el principal y abrumador gestor económico. Simplemente toleraría las pequeñas empresas que a su vez dependerían en gran parte de la capacidad de compra del estado. Con un estado enorme, dueño de enormes monopolios en los principales sectores económicos no se logra una verdadera democracia pues un sector de la sociedad el estado, tiene tanto poder que le resulta fácil manipular el proceso democrático dando recompensas económicas a sus adeptos o contrariamente castigos a quien  no comulgue con sus ideas. Ambos modelos son inaceptables pues ninguno genera libertad con prosperidad. 

El tejido económico y social es delicado y complejo. Se basa en dividir el poder, crear contrapesos, permitir la gestión individual, hacer responsables a los gobernantes de sus actos y exigirle al ciudadano que cumpla la ley. No hay fórmulas mágicas. Cada cual tiene que cumplir con lo que le corresponde. Los demagogos simplifican todo prometiendo lo que no pueden dar porque el éxito no depende de ellos sino de una sociedad bien organizada y dedicada a trabajar. Los demagogos no crean riqueza, solo reparten la que hay para encumbrarse y si no hay nada que repartir prometen darlo en un futuro incierto, cuando exista gracias a sus fórmulas mágicas. El pueblo de Cuba sobradamente conoce este método.

 

Hemos sufrido 50 años de divagaciones, improvisaciones y teorías caprichosas. Es más que hora de cambiar de método pero requiere que se entienda como funcionan las cosas en el mundo real, y no en el mundo de la demagogia, la fantasía y la frase hecha. Hablar de libre empresa, economía de mercado y libertad política sin explicar al menos sucintamente en que consisten es dejar la puerta abierta al demagogo. Los puntos que siguen intentan explicar y sentar bases lógicas para una economía que funcione. Son bases bien establecidas por la experiencia y la vida cotidiana. Son las mejores pues provienen de la experiencia humana y no de las elucubraciones de un estudioso de gabinete como Marx que nunca vivió lo que predicó. Sin pretensiones ni demasiada extensión, se presenta un prontuario de puntos básicos para informar y reflexionar. Cada punto puede desarrollarse a fondo pero eso es trabajo del lector si desea profundizar.

 

Prontuario de reflexión sobre economía.

 

 

Resulta claro que el sistema requiere: libertad de emprender negocios, independencia para comprar, vender y organizar compañías, capacidad profesional para asesorar o certificar la veracidad de lo presentado a los mercados, honestidad en la gestión, supervisión estatal para verificar que se opera bajo la ley y se cumplen las reglas estipuladas por la ley y no por el capricho de una persona. La ley comercial bien hecha, se dicta para promover el buen funcionamiento y no para perseguir o acosar.

El sistema se basa en crear equilibrios y controles recíprocos. Nadie debe tener todo el poder ni toda la iniciativa. Todo el poder lleva inevitablemente al abuso. Toda la iniciativa económica concentrada en un solo organismo o persona, conduce a la ineficiencia y al error garrafal. ¿Por qué? Muy simple, nadie lo sabe todo y si se equivoca se equivoca en grande pues compromete una enorme cantidad de capital social (no es el suyo) a su empresa descabellada. Cuba por 50 años ha sufrido los efectos de este tipo de organización irresponsable y profundamente egoísta.

El sistema de libre empresa requiere un estado de derecho donde las cosas se hagan respetando los procesos y reglas establecidas democráticamente, reglas que se examinan y discuten a fondo por una legislatura debidamente electa , reglas que den participación a la sociedad civil y a la capacidad profesional y creativa presente en ella a través del ciudadano. Reglas amparadas por tribunales independientes.

Una verdadera preocupación por el pueblo equivale a querer verlo progresar, económica, cultural y moralmente. Un pueblo en la miseria se ve impedido de progresar en su cultura porque la sociedad civil de descompone. Tampoco progresa moralmente porque la miseria y la angustia de subsistir generan conductas antisociales. Luego, la toma de decisiones que hagan progresar a la sociedad y la lleven a un bienestar con algún desahogo es una enorme responsabilidad porque el ser humano no sólo debe tener sus necesidades perentorias cubiertas. Además debe tener esperanza en mejorarlas y esperanzas fundadas en la experiencia de lo que ve ocurrir a su alrededor. Un pueblo sin esperanzas, no produce, no procrea, no crece como sociedad.

Pretender que un grupo de individuos, funcionarios de una autocracia, sin haber recibido un mandato popular en elecciones disputadas, sin controles institucionales y sin tener una ejecutoria profesional demostrada (la adulonería al líder es el principal requisito exigido en el caudillismo) sea capaz de tomar eficientemente las decisiones de los millones de personas que conforman una sociedad y un mercado es una vulgar estafa, absurda e insultante a la dignidad de la persona. Como absurda, no funciona.

El hábitat de la economía de libre empresa y mercado libre, es el estado de derecho y como se llega a la división del poder, y ese será nuestro próximo prontuario.