PARA SER RESPETADO HAY QUE RESPETAR.

Por Alfredo M. Cepero.

 

Cuando Juan Carlos de Borbón disparó un cañonazo de impacto con su “¿Por qué no te callas?”contra la cara grotesca y sorprendida de Hugo Chávez en la reciente Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile muchas de las víctimas de las diatribas de este bufonesco personaje tienen que haber experimentado un gran regocijo ante la hidalguía y el coraje del monarca español. Al mismo tiempo se escuchó la palabra firme y mesurada del Presidente José Luís Rodríguez-Zapatero exigiendo respeto para su antecesor José María Aznar y para el pueblo español que lo había elegido para tan alta magistratura. El mismo tema del respeto fue repetido dos días después en Madrid por el Ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, como condición indispensable para el normal desenvolvimiento de las relaciones entre España y Venezuela.

 

Lamentablemente, aún estando de acuerdo con la paliza verbal propinada a Chavez, los cubanos no podemos ni sentir regocijo ante la frase lapidaria de Juan Carlos ni tomar en serio las lecciones de urbanidad, moralidad y diplomacia de Zapatero y Moratinos. La historia de las relaciones entre Madrid y la Habana en los últimos 48 años no muestran a una España hidalga, compasiva y generosa como podía esperarse de una nación que los cubanos habíamos considerado siempre como la Madre Patria. Por el contrario, las relaciones se han caracterizado por la explotación despiadada de los obreros cubanos por parte de empresarios españoles rapaces, protegidos por gobernantes españoles insensibles a nuestra tragedia nacional y asociados con los delincuentes que fomentan el terror y la miseria como instrumentos de opresión del pueblo de Cuba.

 

Para ilustrar lo que acabamos de decir basta citar algunos episodios infortunados  de las relaciones cubano-españolas en el último medio siglo analizados a la luz de las propias palabras de Zapatero a Chavez cuando le dijo que “para ser respetado hay que respetar”. Empecemos por el mas alto, por lo menos a nivel de protocolo. Su Majestad Juan Carlos de Borbón no respetó al pueblo cubano cuando se unió al tirano Castro para brindar con vino de Oporto por las relaciones entre Cuba y España durante la Cumbre Iberoamericana de Portugal. Su Majestad Juan Carlos no respetó al pueblo cubano y dio muestras de una insensibilidad supina así como de un oportunismo deleznable cuando escribió al decrépito y agonizante tirano formulando votos por su recuperación. Todo para servir y perpetuar los intereses espurios de los buitres españoles que se alimentan de la carroña del esclavizado, hambreado y traicionado pueblo de Cuba. Sería altamente deseable que su Majestad Juan Carlos tuviera presente que, por encima de la majestad de reyes y gobernantes, está la majestad de los pueblos que los elevan a sus posiciones y justifican su existencia. Y el pueblo Cuba demanda que se le respete su majestad mancillada. Quienes no lo hagan mejor que se preparen para el ajuste de cuentas. Porque ese ajuste vendrá irremisiblemente como el sol que sale todas las mañanas.

Siguiendo con este pliego de cargos, tampoco ha respetado al pueblo de Cuba el Presidente Zapatero cuando dedicó los más intensos esfuerzos de su gobierno para descarrilar la llamada Posición Común de la Unión Europea encaminada a forzar a la dictadura cubana a aflojar su garra contra la disidencia interna. Y en este camino de ignominia se pasó de la falta de respeto al pueblo de Cuba al total contubernio con la barbarie cuando el Ministro Moratinos  toleró sin proferir objeción alguna que el socotroco de Pérez Roque calificará en su presencia a nuestra valiente oposición interna de ser agentes a sueldo del imperio norteamericano.

 

No podemos concluir sin destacar que los gobernantes españoles no sólo han faltado al respeto al pueblo de Cuba sino han dado muestras públicas y contundentes de una total falta de respeto a sí mismos. Eso es lo que pasa siempre cuando los hombres y las instituciones ponen los intereses materiales por encima de los principios morales. En una cumbre tras otra, incluyendo desde luego esta última de Santiago de Chile, los representantes de España han hecho referencia a la democracia como a la más legítima y deseable de las formas de gobierno. Sin embargo, no han dado muestras del mas mínimo rubor al sentarse junto a representantes de la tiranía mas sangrienta y larga que ha conocido América ni han exigido en momento alguno que se cumpla la Carta Democrática de Viña del Mar, firmada durante una de esas cumbres e ignorada por Fidel Castro. Incluso en esta última, donde las ánimos caldeados pudieron haber proporcionado el combustible para terminar con Castro lo que empezaron con Chavez, los representantes de España contemplaron impasibles las amonestaciones del mico calvo y demacrado de Carlos Lages cantando las loas al regordete aprendiz de dictador que oprime a Venezuela.

 

Pero, a pesar de todas estas insensibilidades y hasta traiciones, Cuba será libre en un día que ya se acerca. En ese momento recordaremos a aquellos pocos que han tenido para nosotros solidaridad y compasión, dos sentimientos que no podemos exigir y que dejamos a la conciencia de cada cual. Pero no quepa dudas de que, tanto hoy como mañana, tanto de aliados como de adversarios, demandaremos el respeto que merece nuestro pueblo martirizado y heroico. En conclusión, según reza una frase cuyo autor no me viene ahora a la mente: “No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague”.

 

alfredocepero@bellsouth.net

Miami, 18 de noviembre de 2007.    

 

            

 

 

 

 

 

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