LA VIVIENDA EN CUBA

Por: Lic. Oscar Espinosa Chepe

Economista y Periodista Independiente

Bitácora Cubana, 19 de agosto de 2006 - La Habana

Uno de los problemas más graves que afronta Cuba actualmente es el habitacional. Su incidencia social resulta significativa y no pocas de las penalidades y sufrimientos presentes son en gran medida consecuencia de la falta de techo para la familia o de que en muchas viviendas residan hacinadas varias generaciones en espacios ruinosos, sin perspectivas reales de mejoría.

La construcción de 48 752 viviendas en el primer semestre del año y la ejecución de 230 900 acciones de conservación y rehabilitación de las existentes fueron anunciadas por el gobierno el pasado 16 de agosto. Se reconoce que el 67,7% de las edificadas corresponden a lugares donde había familias residentes, o sea fueron terminaciones que no corresponden a una ampliación sustancial del espacio habitable. No puede olvidarse que decenas de miles de viviendas han sido destruidas por huracanes y ciclones en los últimos años, con lo que innumerables familias han estado obligadas a buscar refugio en albergues colectivos por mucho tiempo.

De de las 230 900 acciones de conservación y rehabilitación, un por ciento muy elevado (más del 45,0%) estuvieron dirigidas a arreglar y reponer techos devastados por los ciclones. En conclusión, el déficit de viviendas en Cuba, estimado oficialmente, que supera las 500 000 unidades, - más de un millón según otras fuentes-, demanda un aporte significativo de nuevas capacidades para atenuarlo. Lo mismo puede decirse de las viviendas que requieren urgente reparación, no sólo por los daños sufridos debido a fenómenos meteorológicos en los últimos años (más de 600 000), sino también por la prolongada falta de mantenimiento y de mínima atención debido a la carencia de recursos por parte de la población durante decenios. Según estimados del oficial Instituto Nacional de la Vivienda, el 43,0% del fondo habitacional se encuentra en malas y regulares condiciones y el 8,0% está integrado por las cuarterías, ciudadelas, viviendas precarias aisladas y las ubicadas en focos o barrios marginales, porcentajes casi seguro superiores en la realidad.

La profunda crisis de la vivienda es producto de un sistema, que también en esta esfera, ha frenado la iniciativa del cubano. Si se quisiera realmente resolver esta angustiosa problématica, tendría que dejarse de emplear los mecanismos burocratizados de gestión , el control centralizado de los materiales de construcción por parte del gobierno y la selección que se hace para la venta de estos recursos, basada en el clientelismo político, a través de la supuesta búsqueda de ¨una destacada conducta social y revolucionaria…¨

La población requiere con urgencia la libre venta de los recursos y la eliminación de todas las trabas que hoy dificultan hasta la reparación más elemental de una vivienda. Debe dejarse a los constructores organizarse libremente para desarrollar sus iniciativas y especializarse. Eso permitirá la reparación con calidad de las edificaciones existentes y la construcción de nuevas, confortables y duraderas, no como las que estamos viendo erigirse, caracterizadas generalmente por ser endebles y de poca durabilidad, en un país donde periódicamente se sufren serios embates de fenómenos atmosféricos.

En modo alguno esto significa que el Estado deba retirarse de la construcción de viviendas. Objetivamente en ninguna parte del mundo, la sociedad puede obviar este importante tema y dejarlo sólo en manos del mercado. Es menester su dedicación a construir viviendas populares para los sectores de menores recursos, así como contribuir en gran medida a las inversiones inducidas por los proyectos urbanísticos, tales como alcantarillados, redes de conducción de agua, electricidad, gas, escuelas, hospitales y otros elementos indispensables para la población. También puede ayudar en la solución de los problemas habitacionales mediante correctas políticas crediticias y fiscales, entre otras. Pero si algo ha enseñado la experiencia cubana es que la absoluta monopolización por parte del Estado de las actividades económicas y sociales conduce a un inevitable desastre en cualquier programa de desarrollo, o en el mejor de los casos a costosos y deficientes resultados.

Contribuiría a la solución del problema de la vivienda, el otorgamiento de la propiedad a todos los actuales usufructuarios onerosos, o sea aquellas personas que actualmente habitan las casas sin pagarlas, pero sin ser dueñas. Es necesario que las personas se sientan propietarias reales de sus viviendas, con las responsabilidades inherentes. Se acabarían las largas gestiones para poder repararlas o ampliarlas, subarrendarlas, canjearlas a conveniencia, e incluso venderlas. Eso daría gran flexibilidad para la solución del problema habitacional y sería un acicate, a fin de que muchos cubanos emprendedores puedan dedicar sus esfuerzos al progreso de este decisivo aspecto de la vida nacional.

Como han señalado algunos estudiosos en el exterior, basados en experiencias de otros pueblos, la propiedad de la vivienda podría servir más adelante como garantía de préstamos para el desarrollo de actividades empresariales pequeñas o medianas, y así contribuir, como un sólido pivote, al desarrollo del país.

La complejidad del problema habitacional cubano es muy grande. Resulta claro que en el sistema totalitario imperante está la raíz del mal. Con su permanencia jamás habrá una verdadera solución, por el contrario, el daño crecerá con sus perversas cargas de penurias para la población.

La Habana, 18 de Agosto de 2006