La Redes “Solidarias”

Segunda Parte

 

 

Miguel A. García Puñales

 

 

Realmente no tenia previsto abordar en esta segunda parte del trabajo a las “organizaciones sociales” que operan dentro de Cuba, era un tema previsto para la cuarta y última parte, pero las noticias sobre los recientes acontecimientos dentro de la Isla con relación a las presiones de la dictadura  contra de las esposas de los presos políticos y la utilización de la llamada “Federación de Mujeres Cubanas” con tales fines, me obliga a adelantar el tema. No sin antes prometer a los amables lectores que la próxima semana hablaremos desde esta columna de un conjunto de asociaciones pro castristas que operan desde suelo español.

 

Sin embargo antes de entrar en materia propiamente dicha quisiera abordar dos definiciones relacionadas con el tema, la primera sobre el término violencia, justamente desde la óptica marxista –que se supone método de pensamiento y basamento ideológico de la dictadura cubana- y la segunda sobre el conjunto de reglas denominadas “Construcción del Partido”, de común estudio en todas las escuelas de instrucción del Partido Comunista de Cuba, incluida la llamada “Escuela Superior del PCC, Ñico López”.

 

La preconización de la violencia por parte de un estado totalitario como el cubano, encuentra su “fundamento teórico” en los viejos preceptos marxistas que exaltaban la “violencia revolucionaria” como vía para el cumplimiento de los mega objetivos voluntaristas de la “dictadura del proletariado”. Es relativamente fácil reconocer por qué un manipulador consumado –léase sin escrúpulos- como Castro, se decidió por la vía comunista antes que por la fascista a pesar de sus lecturas hitlerianas y las vinculaciones gansteriles fascistoides de su etapa estudiantil.

 

En la época del ascenso de Castro al poder, el comunismo era uno de los dos bloques mundiales –no había sido derrotado como el fascismo- y junto a la  consideración práctica de unirse a un bloque triunfante, -este al igual que el fascismo legitimaba la violencia social no sólo como una forma de alcanzar sus objetivos sino también como una vía para mantenerlos-; era además el único aliado posible para la consecución de sus ególatras ambiciones. Los archivos  soviéticos desclasificados con posterioridad a la caída del Muro de Berlín, han puesto al descubierto la cooperación de la URSS con Castro al menos desde 1958, oportunidad en la cual hicieron llegar al aprendiz de dictador en su refugio montañoso, fusiles alemanes de la II Guerra Mundial a través de organizaciones simpatizantes  afincadas en Centro América.

 

Son propios del comunismo y del fascismo los “movimientos de masas”, entendidos como tales las manipulaciones de grandes grupos de población, colectivizados y entrenados –igual da la esfera militar que la ideológica, o ambas- por los que detentan o pretenden usurpar el poder con tales procedimientos.

 

Federico Engels, en su obra “Anti-Dürhing” aporta los fundamentos teóricos sobre el ejercicio de la violencia social sin la condicionante -en algunas oportunidades- del “contacto físico” con el contrario, o en todo caso con un contacto “selectivo”.

 

Todo el que ha sentido alguna vez la presión de la vigilancia constante sobre sus pasos, sus bienes personales o sobre su correspondencia, sabe perfectamente a que me refiero; cualquier cubano por el simple hecho de serlo y vivir dentro de la Isla, también. Saber sobre sí, de forma permanente el ojo del “Gran hermano” y conocer -sobre todo intuir- las consecuencias de la actuación personal a disgusto del Gran Fabulador, es de hecho un acto de violencia social que lastra las voluntades individuales y las sume en un letargo permanente de enajenación singular en beneficio de una “conciencia colectiva”, de sumisión a la voluntad que los tiraniza.

 

Eso es capaz de explicar actitudes como las tomadas en los años ochenta por numerosos ciudadanos; que detestando el sistema, preferían aceptar una misión internacionalista a riesgo cierto de sus vidas, antes que estigmatizarse socialmente en el suelo que les vio nacer y transmitir a sus familias tamaño riesgo.

 

Por otra parte, no estamos hablando de un sistema que opera de forma empírica o espontánea, ¡Estamos hablando de un sistema político que utiliza de forma consecuente las técnicas y procedimientos de represión y manipulación social!

 

En todas las “escuelas” del Partido Comunista de Cuba, desde las llamadas “escuelas de superación cultural”, destinadas militantes con muy bajo nivel escolar –una de ellas se encontraba en las inmediaciones del monumento al Gral. Antonio Maceo en el Cacahual- pasando por las desaparecidas Escuelas Provinciales de “La Coronela” o “Nazareno”, la “Escuela nacional de la UJC” en Cojímar o en la ya citada “Ñico López”, todas en las provincias habaneras  -con réplicas en el resto del territorio nacional-, se enseñaba lo mismo; la debilidad de los regímenes democráticos que permiten organizar la “lucha revolucionaria” utilizando su propia legalidad.

 

Constituye una ópera bufa ver como en diferentes sesiones parlamentarias de los países que aplican el estado de derecho, diferentes agrupaciones comunistas se llenan la boca para hablar de democracia, derechos e igualdades entre gremios políticos cuando en sus programas, plataformas programáticas y hasta en los elementales manuales de instrucción política a sus militantes, dan por sentado que una vez alcanzado el poder político suprimirán tales derechos por considerarlos propios de la “democracia burguesa” y esto no es ni una suposición ni un ataque sin sostén, ahí están sus propios documentos, pero por sobre todas las cosas la propia historia de los regímenes comunistas de los cuales desgraciadamente el pueblo cubano es testigo.

 

Entre las manipulaciones que organizan para insertarse en los diferentes organismos internacionales, adaptarse al vocabulario democrático en boga, pero ante todo para controlar y manipular a los diferentes sectores de la sociedad, se encuentra la creación de las llamadas “organizaciones sociales”.

 

Al alcanzar el poder de la forma que fue alcanzado en Cuba, a la par que se destruye todo el andamio de asociaciones e instituciones que conocíamos como Sociedad Civil, se debieron ir creando en paralelo estructuras que mimetizando las que se destruían, respondieran sin embargo al mando único centralizado del poder ejecutivo.

 

De esta forma aparece en 1960 la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), que encerró bajo un mismo caudillaje a todas las organizaciones de la Sociedad Civil de corte feminista, tales como la Hermandad de Madres o los diferentes grupos de Mujeres Humanistas, subordinándolas a la línea política de las diferentes asociaciones creadas con anterioridad por el gobierno; como Unidad Femenina Revolucionaria o la Columna Agraria, entre otras.

 

El propio logotipo de la FMC, que representa a una mujer miliciana con un niño en brazos y un fusil al hombro, así como el nombramiento de Vilma Espín – cuñada de Fidel Castro, para los extranjeros que conozcan poco del tema- en calidad de presidenta, encarnan las dos características básicas que identifican a este tipo de institución en el país; su concepción como organizaciones de combate del gobierno de Castro y como predio particular del manifiesto nepotismo del dictador cubano.

 

Un solo partido, un solo sindicato, una sola organización de mujeres, todo absolutamente todo con presidencias asumidas por miembros de la más alta estructura de gobierno, de ser posible con miembros de la familia del dictador.

 

La condición actual de miembro consultivo de ECOSOC – Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas- así como su “rebaustismo” como ONG –es decir una supuesta Organización No Gubernamental- ejemplifica el mimetismo a que han sido sometidas las estructuras represivas del régimen en la arena internacional; utilizando la ceguera colectiva que en determinados medios suele existir sobre la realidad cubana, así como los éxitos obtenidos por la dictadura tras más de cuarenta años de manipulaciones -con una organización partidista, presidida por un alto miembro del partido de gobierno- en el seno de las organizaciones de la ONU.

 

Mimetismo que le permite encubrir, por sólo señalar algunos, indicadores como los de prostitución femenina –incluida la infantil- e índices de abortos.

 

Usualmente esta organización, -que reúne todos los requisitos para ser considerada parte del sofisticado aparato represivo de la Isla-, se adjudica como propios “logros” que en todo caso son originados por la forma centralizada en que el mecanismo estatal administra vidas y haciendas. Se adjudica entre otros los indicadores de escolarización femenina o de cantidad de mujeres en la actividad científica, que responden ante todo a las políticas de masificación de la enseñanza que se regentan de forma centralizada por las estructuras estatales.

 

De esta forma el estado que planifica de forma voluntarista los procesos demográficos, suele transferir a diferentes estructuras de su entramado institucional “logros” que son avalados por el propio gobierno de la nación ante sus homólogos internacionales.

 

Las diferentes “delegaciones” de la FMC en el país no pasan de ser desde su creación, mas que estructuras zonales que permiten mantener el control sobre el sector femenino de la población y cuando es necesario servir de mecanismos paralelos a otras estructuras represivas abiertamente concebidas como tales, tal es el caso de los Comités de Defensa de la Revolución, CDR.

 

Los indicadores de abortos, suicidios, delitos comunes, prostitución y maltrato a la población femenina, son clasificados en el país. Los siguientes datos, obtenidos de las pocas fuentes  públicas que en algún momento ha admitido –o se ha visto obligado a reportar el estado cubano- dan un pálido reflejo de la situación de la mujer cubana.

 

El año 2002, fue según los reportes del estado cubano a organismos internacionales, el mejor año en cuanto al indicador de mortalidad infantil en niños nacidos vivos menores de una año. La tasa de 6,5 fallecimientos por cada mil nacidos vivos, tiene sin embargo una contrapartida de 498 abortos provocados por igual cantidad de nacidos. Que conste que siempre refiriéndonos a reportes oficiales del estado cubano a la Organización Mundial de la Salud, OMS.

 

Según analistas independientes del entorno de las organizaciones internacionales anti-aborto,    -hasta diciembre de 2002 y desde que se legalizó el aborto provocado en la Isla a principios de los años sesenta, con el entusiasta apoyo de la FMC- el número de interrupciones de embarazos llegaba a la cifra de 5,402,000. Según esta cifra -y el personal que labora en la Salud Pública cubana sabe perfectamente que no se está hablando de nada disparatado- entre 1968 y 2001 la tasa acumulada de abortos sitúa al país en la increíble cifra de 59,9 por cada 100 –CIEN- nacidos vivos; el segundo país del mundo en este negativo indicador y que explica entre otras razones las causas del preocupante envejecimiento de la población cubana, a pesar de que los propios estudios oficiales niegan trastornos patológicos en los indicadores de fecundidad de la población femenina.

 

Uno de los tópicos que más se manejan en la propaganda oficial del gobierno cubano y de la cual ha sido caja de resonancia en los organismos internacionales la FMC, es el supuesto alto índice de prostitución existente en el país a finales de los años cincuenta. Sin embargo la mentira repetida hasta la saciedad ha carecido siempre de datos objetivos que la sustentaran, ni las enfermedades venéreas ni los índices de prostitución constituían a fecha de 1958 un problema de salud o un problema social grave, a los datos me remito.

 

El 14 de febrero de 1958 aparecía en el extinto diario El Mundo un reportaje que abordaba el problema social de la prostitución y situaba en 11 000 personas la cantidad de ciudadanos que subsistían mediante este tipo de actividad, incluyendo en la cantidad no sólo a las prostitutas, sino también a los beneficiarios de su entorno. El dato era confirmado aproximadamente en las distintas publicaciones oficialistas –Diario Revolución- de 1959 y en algunos de los primeros documentos de la propia FMC, cuando el estado le encomendó la “reubicación laboral” de las prostitutas.

 

Muchos años después también era confirmada la cifra por una publicación de la oficialista        –como todas las editoras cubanas-  Editorial Ciencias Sociales, -directamente dependiente de las estructuras del Departamento de Orientación Revolucionaria, DOR- y que bajo el título “En el último año de aquella República”  veía la luz en 1984 bajo la firma de su autor Ramón Abreu.

 

¿Puede alguien negar que a pesar de que la población cubana apenas a llegado a duplicarse en estos 46 años de dictadura, sin embargo ha multiplicado -como mínimo- por cincuenta veces el índice de prostitución pre-revolucionaria?. Obviamente se carece de los datos objetivos -el gobierno de la Isla y mucho menos su marioneta la FMC aportan datos medianamente creíbles- pero según la contrastación empírica que puede hacer cualquier visitante extranjero a La Habana y que incluso han saltado a la palestra en algunos reportajes de cámara oculta, la multiplicación estimada es sencillamente conservadora.

 

Ya pueden verse en numerosas zonas del país a prostitutas que ofician por escasa moneda nacional, con lo cual se desmienten las constantes declaraciones de Vilma Espín ante organismos internacionales achacando el ejercicio de la prostitución en Cuba a “interés de lucro” o a “lacras importadas del capitalismo”.

 

En la inmensa mayoría de los casos la edad de las prostitutas –y prostitutos, que el fenómeno abarca a los dos sexos- constantemente disminuye; la prostitución infantil no sólo es un fenómeno relativamente extendido en nuestra sufrida nación, sino que se aviene perfectamente con el sistema de educación ferozmente ateísta –que no laico-  instaurado en el país y su combinación con un sistema educacional que separa a los hijos de los padres en la etapa adolescente a la vez que ofrece la facilidad real de utilizar el aborto como medio anticonceptivo.

 

La formación de una determinada concepción moral del mundo sigue siendo un componente imprescindible en la formación del individuo que no se alcanza por supuesto cuando el norte de la sociedad lo constituye básicamente la formación política.

 

De los indicadores de suicidio femenino, me permitiré incluir la siguiente gráfica:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Como es fácil observar el índice de suicidios de las féminas cubanas se ha duplicado desde 1963 –el estado cubano no aporta datos a organismos internacionales desde 1996, a pesar de que este dato ya se encontraba clasificado desde inicios de los años ochenta- y las diferencias con relación al más alto indicador suicida de los hombres son perfectamente compatibles con la tendencia histórica del país y de otras sociedades occidentales a las que a pesar de Castro, Cuba pertenece.

 

Como miembro de ECOSOC, participa la FMC de los debates de los Programas de Refugiados de Naciones Unidas –ACNUR- lo cual constituye un contrasentido, no sólo para una organización femenina que organiza actos de repudio –en el vocabulario actual parece que comienzan a llamarle contra-manifestaciones – sino por el hecho de que sus miembros directivos como parte del gobierno de una dictadura son culpables de las violaciones de los Derechos Humanos que obligan al exilio de nuestro pueblo.

 

Servir de ariete de una dictadura es palabra de orden de las “organizaciones sociales” y las “organizaciones de masas”, de un sistema que bajo ningún concepto quiere que el pueblo tome la calle, ni siquiera de forma totalmente silenciosa o pacífica, en eso radica la diferencia, las “Damas de Blanco”, representan aquella parte de la población femenina cubana que ha decidido hacer frente a la dictadura, por sus derechos, por la libertad de sus hombres y por el bien de su familia. Las “federadas” representan a las mujeres utilizadas por un poder del que se siguen dejando doblegar, al igual que sus hombres, al igual que su familia; sin comprender que en el mismo segundo que se lo propongan en masa –como gusta llamarles el régimen- este dejará de existir, pero por supuesto eso el dictador lo sabe.

 

No es fácil luchar contra mentiras mediáticas tan largamente afincadas en las mentalidades  pro-castristas, eso de hecho no será posible como mínimo –es mi criterio- hasta que los archivos de la dictadura queden al descubierto. Mientras tanto no debemos desmayar en divulgarlas; como otras veces en nuestra historia no nos queda mas camino que seguir el ejemplo que han trazado las mujeres, muchos “machos” debiéramos aprender de ellas.