CUAL ES LA ESTRATEGIA ACTUAL DE LOS MODERNISTAS-PROGRESISTAS PARA DOMINAR LA IGLESIA Y APAGAR LA FE

INTRODUCCIÓN: El tesoro más preciado que tiene un católico es la Fe, sin la cual, según enseña San Pablo, "es imposible agradar a Dios" (Epístola a los Hebreos, 11. 6). La Fe, es una gracia de Dios por la cual creemos firmemente en toda la doctrina católica sin modificaciones, como la sostuvo la Iglesia en todos los tiempos y en todas partes.

Si un ladrón tratara de robarnos todos nuestros bienes nos haría un daño menor que un hereje solapado que quisiera quitarnos la Fe llevándonos mediante engaños y señuelos a abandonarla. Una vez abandonada la Fe, es tan grande el pecado que eso implica, que caemos en las garras y seducciones del demonio y es muy difícil recuperarla, aunque para Dios no hay nada imposible.

Sin embargo, la historia de las herejías nos muestra cuánta era la dureza de corazón de los herejes como Lutero, Calvino, Enrique VIII y tantos otros que nunca volvieron de sus pertinaces errores y arrastraron a naciones enteras detrás de sí.

En estos días, y desde hace años, sufrimos los embates de la herejía modernista-progresista. Lo espantoso de esta herejía es que sus promotores actúan con tanta astucia y disimulan tanto sus errores que los católicos desprevenidos pueden caer en ella casi sin darse cuenta. Para defendernos de ese peligro tremendo me pareció útil escribir este texto que por ser un poco largo, dividiré en partes para publicarlo en "La botella al mar". Lo pongo bajo la protección del Sagrado Corazón de Jesús y de Su Santísima Madre y si en algo no he seguido fielmente las enseñanzas de la Santa Madre Iglesia, desde ya lo retracto y retiro.

Cosme Beccar Varela

* * *

ESTAMOS POCO FORMADOS EN LA FE Y MUY INFLUIDOS POR EL "PENSAMIENTO ÚNICO" QUE DOMINA EL MUNDO Y ES ALIADO DE LA HEREJÍA MODERNISTA-PROGRESISTA,

Los católicos estamos cada día menos informados acerca de las verdades esenciales de nuestra Fe. No se puede decir que no las conozcamos porque están todas en al Credo, en los Diez Mandamientos, los siete Sacramentos y en los cinco preceptos de la Iglesia que todos sabemos de memoria. Pero no sabemos con suficiente claridad qué quieren decir las breves palabras que expresan esas nociones básicas y esenciales de nuestra Fe, ni cuales son las verdades que están implícitas en ellas y que han sido enseñadas por la Santa Iglesia a lo largo de los siglos. Sin embargo, saber todo eso, cada uno según su estado y su capacidad, es necesario para vivir como católicos y salvar el alma.

Por eso nuestro catolicismo es raquítico y somos fácilmente engañables por los errores, medias verdades y mentiras pergeñadas por el mundo moderno que nos llegan continuamente, de todas partes, en forma agresiva y exigiendo acatamiento incondicional.

Todas esas ideas constituyen una filosofía falsa que se nos impone como Pensamiento Único y sin darnos cuenta las vamos adoptando como verdaderas y como no tenemos el bagaje doctrinario que nos permitiría rechazarlas, dejamos de ser católicos sin darnos cuenta, pero no sin culpa. Y digo que no es sin culpa porque Dios nunca deja de darnos las gracias necesarias para no ser engañados y si no somos fieles a esas gracias y por ese motivo nuestras ideas se alejan de la verdad católica, no tenemos excusa.

Para colmo, dentro de la misma Iglesia se extiende como un cáncer la herejía modernista, condenada por San Pío X el 8 de Septiembre de 1907 en su gran Encíclica "Pascendi", pero cuyos partidarios nunca acataron ni dejaron de actuar más o menos discretamente hasta llegar a imponerse en casi todos los ambientes eclesiásticos llevando detrás de sí a muchísimos laicos y obteniendo un gran triunfo en las conclusiones del Concilio Vaticano II.

Esto es gravísimo, porque según enseña San Pío X, el modernismo es el "compendio de todas las herejías" y que "no exageraría quien los incluyese (a los modernistas) entre los peores adversarios de la Iglesia..." ("Pascendi", Ediciones Palabra, Madrid, 1975, pag3. 315, 217 y 219).

La tarea que se han impuesto a sí mismos los modernistas es violar en forma sistemática la clara enseñanza del número 80 del "Syllabus", documento solemne del Papa Pío IX en la cual condena la siguiente proposición: "El Romano Pontífice puede y debe reconciliarse y transigir con el progreso, con el liberalismo y con la civilización moderna." (Denzinger nro. 1780).

No lo declara abiertamente porque una de sus tácticas constantes es el disimulo y el engaño, sino que usan términos equívocos o ambiguos que sugieren la idea pero también pueden prestarse a otras interpretaciones aceptables, como por ejemplo, el famoso lema del "aggiornamento" de la Iglesia que presidió las sesiones del Concilios Vaticano II. Los que querían podía entender esa palabra como una forma de mejorar la eficacia del apostolado usando un lenguaje comprensible para el hombre actual. Pero los modernistas la interpretaban siempre en el verdadero sentido que ellos querían darle o sea, la substitución de la verdadera Fe por una nueva creencia falsa en la cual estuvieran insertos y aceptados todos los errores del mundo moderno.

Para facilitar la comprensión de esta terrible realidad y para que cada uno de nosotros pueda examinar en sí mismo en qué medida ha caído en las redes de los modernistas-progresistas, vale la pena enumerar algunos de esos errores que el mundo moderno nos ha impuesto como Pensamiento Único y cómo en la medida en que los aceptemos, abandonamos nuestra Fe.

ALGUNAS DE LAS IDEAS DOMINANTES DEL PENSAMIENTO ÚNICO

1) "Cada uno tiene su verdad."

Falso si se pretende que la razón humana no puede conocer con certeza la verdad objetiva de las cosas. Los primeros principios son ciertamente verdaderos y cognoscibles en forma inmediata. Por ejemplo, lo que es, es y lo que no es, no es. Falso inclusive si se aplica a otras verdades que se pueden conocer con certeza mediante un raciocinio lógico y los datos de los sentidos. Falso inclusive acerca de las opiniones debidamente fundadas en la razón, en la experiencia, en la Historia, en la autoridad de los Maestros. Aunque esas opiniones tengan un grado menor de certeza no se puede decir que cualquier ignorante puede contrariarlas seriamente.

2) "Nadie es dueño de la verdad."

Esta frase es de mala fe. Cualquier persona en sus cabales sabe que la verdad no es un objeto apropiable como las cosas materiales, pero quienes la imponen como una exigencia del "Pensamiento Único" la usan en un sentido equívoco para repudiar la posibilidad de tener certezas. Estas es, en cierto modo, son una adquisición de la inteligencia que se convierte en una riqueza propia, pero no como el derecho de propiedad sobre las cosas que permite disponer de ellas como al propietario le plazca. Más bien debe entenderse que esas certezas, esas verdades adquiridas, se adueñan de la inteligencia que las adquiere puesto que de allí en adelante no puede modificar en nada aquello que ha conocido, en cuanto conocido.

3) "Es falso que fuera de la Iglesia Católica no hay salvación. Todas las religiones sinceramente creídas acercan a Dios. El católico no puede pretender que su religión es la única verdadera."

Contrariamente a esta proposición del Pensamiento Único, la doctrina católica enseña que fuera de la Iglesia no hay salvación. Es doctrina constante que fuera de la Iglesia no hay salvación posible ni remisión de los pecados (D. 1613, 1646, 1677, etc.), dejando siempre a salvo las misteriosas vías de la misericordia divina.

La misericordia de Dios permite que se pertenezca a la Iglesia mediante tres formas de bautismo: el de agua, que es el que todos los católicos recibimos; el de sangre, que es el de los mártires que mueren por defender la Fe y el de deseo, que es aquel que reciben las personas que, sin haber recibido ninguno de los otros dos y sumidas en una ignorancia invencible de la verdadera Iglesia, creen en Dios creador, que premia a los buenos y castiga a los malos, creen en la inmortalidad del alma y cumplen los mandamientos mediante su buena conducta.

Quienes se dicen católicos no pueden ni siquiera dudar de esta doctrina pues si lo hicieran cometerían pecado y si sostuvieran pertinazmente la doctrina contraria, serían herejes y perderían el alma puesto que Nuestro Señor Jesucristo enseñó que "nadie alcanzará la salvación eterna si no *perseverare en ella (la fe) hasta el fin*." (S. Mateo 10,22,24,13. D. 1793)

4) "Todas las religiones monoteístas adoran al mismo Dios. Luego, las diferencias que hay entre ellas no son insalvables."

El verdadero y único Dios es Trino en las Personas y Uno en la Naturaleza Divina y quienes creen en Él creen también que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad se encarnó en las entrañas purísimas de María Santísima y es Jesucristo Nuestro Señor, verdadero Dios y verdadero hombre. Ni los judíos ni los musulmanes creen en el Dios verdadero porque no creen en Nuestro Señor Jesucristo, de manera que no adoramos al mismo Dios. Sólo se puede decir que son "religiones monoteístas" en un sentido puramente numérico, no en la realidad de las cosas. El hecho de que su error no sea un "politeísmo" no es suficiente para sostener la tesis aludida del Pensamiento Único.

5) "Todo idealista que sostenga que su ideal es el verdadero, es un fundamentalista y todo fundamentalista es peligroso."

El que tiene un ideal fundado en la Fe o en la recta razón no puede nunca ser un fanático, como necesariamente lo son los musulmanes que se suicidan en el servicio de su falsa "guerra santa". El idealista católico o el hombre de honor que sirve un ideal razonable, nunca puede cometer crímenes o inmoralidades alegando el servicio del ideal. Si lo hiciera dejaría automáticamente de ser un idealista para ser un fanático.

La frase citada es, por lo tanto, falsa y de mala fe puesto que los fautores del Pensamiento Único la sostienen para desalentar todo idealismo santo o simplemente sano y fomentar el pragmatismo utilitario, egoísta, cínico y agnóstico, del cual derivan todos los crímenes del mundo moderno en el que dominan los malvados fuertes sobre los débiles indefensos.

6) "La razón no alcanza a probar con certeza que Dios existe ni tampoco que exista una moral objetiva y exigible a todos los seres humanos."

Falso y condenado varias veces por la Iglesia. (Ver D. 1650,1785,1806 y otros).

7) "Todo cambia con el tiempo. Lo que era verdad hace un tiempo, hoy resulta falso. Empeñarse en sostener ideas antiguas es ser obsoleto y ser obsoleto es malo porque lo bueno siempre está en el presente y en el futuro."

Santo Tomás de Aquino decía "la obra filosófica siempre es perfectible". Lo mismo puede decirse de la ciencia experimental, pero eso no quiere decir que cambien las verdades religiosas ni metafísicas ni morales, que no dependen del tiempo. Dios será siempre Dios, el ser será siempre el ser y el hombre -en cuya naturaleza creada se basa la moral- será siempre el hombre. Podrá haber un mejor conocimiento en alguno de esos tres campos, pero nunca será contradictorio con lo ya conocido.

Además las ideas antiguas en esos tres campos son la base de cualquier avance que se haga en el conocimiento de ellas. Nunca pueden ser descartadas por "obsoletas". Inclusive en las ciencias experimentales las ideas antiguas siempre serán útiles porque fueron un peldaño en la marcha ascendente del conocimiento experimental. El desprecio por lo antiguo es un síntoma de frivolidad estúpida.

El Pensamiento Único al afirmar la proposición aludida intenta vaciar las mentes para llenarlas con sus ideas falsas en asuntos religiosos, metafísicos y morales. Ya vemos cual es la calidad de sus "novedades" Entre ellas, está una nueva "moral" que incluye el aborto, el "homonomio", el amor libre, el igualitarismo, el liberalismo, el comunismo, el laicismo, etc. etc.

8) "Todo es opinable. Todo es según el color del cristal con que se mira."

Falso. Es una formulación corriente del relativismo que implica la negación de Dios, del alma, de las leyes morales, etc.

9) "La fe religiosa es un sentimiento, algo interno a cada uno, una experiencia personal. Así es como debemos creer en Jesus y sólo en la persona de Él y debemos dejar de lado, como un lastre, las doctrinas y los anatemas de las estructuras y formas caducas."

Esta doctrina falsa es el núcleo del modernismo condenado por San Pio X en la Encíclica "Pascendi". Citando al Concilio Vaticano I San Pio X recordó que si alguien dijera que "los hombres sólo se deben mover hacia la fe por una experiencia interna individual o por una inspiración privada, sea antema". (edición citada, pag. 223).

Y en el juramento antimodernista que debía prestar todos los clérigos y seminaristas por mandato del santo Papa, el jurante decía: "Sostengo con toda certeza y sinceramente profeso que la fe no es un sentimiento ciego de la religión que brota de los escondrijos de la subconciencia, bajo presión del corazón y la inclinación de la voluntad formada moralmente, sino un verdadero asentimiento del entendimiento a la verdad recibida de fuera *por oído*, por el que creemos ser verdaderas las cosas que han sido dichas, atestiguadas y reveladas por Dios personal, Señor y creador y Señor nuestro, y lo creemos por la autoridad de Dios, sumamente veraz." (D.2145)

No sé cuando fue abolida la obligación de prestar este juramento pero estoy seguro de que ya no rige puesto que, de lo contrario, la gran mayoría del clero estaría compuesta de perjuros. De todas maneras, aunque no lo hayan prestado y no sean perjuros, son herejes, puesto que han cambiado totalmente los fundamentos y los términos de la Fe.

Con el agravante de que hasta el Concilio Vaticano II los modernistas procedían con mayor cautela mientras que ahora lo hacen con una audacia asombrosa. Por ejemplo, hasta ese momento los modernistas actuaban como explica San Pío X en su Encíclica es decir, se sentían obligados a reconocerle algún valor a los dogmas de la Iglesia y decían que ellos eran necesarios como "instrumentos" del sentimiento religioso, aunque siempre adaptándolos a ese sentimiento que evoluciona según los tiempos y junto con la evolución del mundo profano. Los dogmas eran para ellos "precarios", "mutantes" y "vitales". Ese es el espíritu que consiguieron infundir en las partes principales y novedosas de las Declaraciones conciliares de la década del 60.

Ahora, sin embargo, los modernistas parecen haber tirado por la borda los dogmas. Una prueba de eso es que ya no se enseña el Catecismo tradicional con sus clásicas preguntas y respuestas, sino que se "da catequesis" y ésta consiste en suscitar el "sentimiento" religioso en los catecúmenos. Me acuerdo que hace más de 40 años una catequista, en su primer "clase" les pidió a los pobrecitos niños que hicieran un dibujo de ¡cómo se lo imaginaban a Dios! Y hace unos 10 años leí atentamente el libro de "catequesis" obligatorio en la primaria de un colegio de monjas y en él se decía que la historia de Adán y Eva era una leyenda, mitológica, al igual que la creación del mundo y otras enormidades semejantes resultantes de una interpretación "simbólica" de las Sagradas Escrituras. El libro, que según me dijeron era el manual de texto de todos los colegios religiosos tenía el "Imprimatur" y el "Nihil obstat" de un Obispo.

De estas nefastas ideas del modernismo resulta que si la religión es fruto del sentimiento, como el sentimiento no tiene reglas, la religión tampoco las tiene y no existe criterio válido alguno -para ellos- para distinguir la religión católica de las religiones falsas.

Los modernistas responderán que nos distinguimos porque "amamos a Jesús y a Jesús crucificado". ¿Pero quién es el Jesús que ellos "aman"? Es un Jesús que ellos forman con sus sentimientos personales, en su "inmanencia vital", que nada tiene que ver con Nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre de cuyas enseñanzas prescinden cuando no coinciden con sus sentimientos. Y si lo "sienten" crucificado, ¿cómo pueden olvidarse, en su ecumenismo desatado, con una especial preferencia por el judaísmo, quienes lo crucificaron y por qué lo hicieron?

Y quienes pretenden identificarlo con una sonrisa constante, desprevenida y optimista, lo falsifican. Sin duda que Nuestro Señor habrá sonreído más de una vez, aunque el Evangelio no le diga, sobre todo cuando se le acercaba algún niño. Pero esas sonrisas fugaces y afectuosas no son lo que quiso dejarnos como lo más característico de Su persona, sino una seriedad combativa y plenamente compenetrada de Su misión redentora, en combate contra la Sinagoga que lo rechazaba, como puede verse en el Evangelio, sobre todo en el de San Juan que es una historia épica. Su rostro divino reflejado milagrosamente en la Santa Sábana es una muestra conmovedora de esa seriedad suprema.

Se olvidan de frases como esta de Nuestro Divino Salvador: "Si el mundo os aborrece sabed que me aborreció primero a Mí que a vosotros. Si fueseis del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, sino que yo os escogí del mundo, por esto el mundo os aborrece. Acordaos de la palabra que yo os dije: no es el siervo mayor que su señor. Si me persiguieron a mi, también a vosotros os perseguirán; si guardaren mi palabra también guardarán la vuestra. Pero todas estas cosas haránlas con vosotros por causa y odio de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado. Si no hubiera venido y les hubiera hablado no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa en su pecado. El que me aborrece a mí, aborrece también a mi Padre. Si no hubiera hecho entre ellos obras que ningún otro hizo, no tendrían pecado. El que me aborrece a mi, aborrece también a mi Padre, por donde se viene a cumplir la sentencia escrita en su Ley: *Me han aborrecido sin causa alguna*."(S. Juan 15, 18-25).

El sentimiento que les produce a los modernistas frases como esta, de las que abundan los Evangelios, especialmente el de San Juan, es de repugnancia y no corresponden al "Jesús" que ellos se fabricaron y que, desgraciadamente, han difundido por toda la Iglesia.

No se atreven a negarlas, pero sí a ignorarlas, por eso todos sus discursos, sermones, alocuciones y palabras están llenas de una falsa piedad por un "Jesús" que no es el verdadero y en vez de ayudar a la santificación de las almas, las deforma y aleja de Dios.

No hay Cielo, sobre todo no hay infierno. El pecado es maravilloso porque nos permite sentirnos "salvados". El culto solemne, la magnificencia de las iglesias, los honores rendidos al orden sagrado y en especial a la Cátedra de Pedro les parecen escandalosos o por lo menos prescindibles.

Esa es la lógica de una religión basada en un sentimiento, en una "inmanencia vital" que no necesita de esas demostraciones de adoración externa que ofenden la pobreza que es la única forma de correspondencia exterior a una religión que no adora al Dios verdadero sino a una fabricación de la psicología humana.

Les parece falso que la Iglesia en este mundo pueda considerarse "militante" porque no hay una Iglesia que combate contra el mundo, el demonio y la carne para salvar las almas, sino una Iglesia que acompaña al mundo en su evolución constante y que se adapta a las exigencias de la carne, aunque antes hubieran sido consideradas "contra natura". Y llaman "diablo" a los sentimientos negativos que existen dentro del hombre, sin por eso afirmar que haya un ángel caído en el infierno que ronda a las almas para atraerlas a su abismo de fuego eterno.

10) "Hay que optar por los pobres."

Por lo pronto, "optar" quiere decir elegir algo excluyendo otra cosa que es incompatible con la elegida. "Optar por los pobres" implica dejar de lado a los que no lo son. Eso no es caritativo ni cristiano. Esa fue la "opción" de Judas cuando censuró el gesto de la mujer que usó un valioso perfume para lavar los pies de Nuestro Señor Jesucristo (S.Juan 12, 3-8). Los que proponen esta "opción" suelen ser tan poco sinceros en su amor a los pobres como el Iscariote.

En realidad, lo que quiere decir esta consigna es que hay que optar por el PARTIDO de los pobres. De hecho, quienes propician esa opción favorecen no a los pobres sino a quienes hacen agitación social invocando falsamente a los pobres por interés político, porque los pobres son muchos, votan y hacen número en las manifestaciones. Así son los comunistas, socialistas y peronistas. A los pobres mismos sólo los favorecen selectiva y ocasionalmente, "para la foto", cuando esa acción aporta popularidad.

El "partido de los pobres" se forma con la gente de las clases más bajas que esgrimen su pobreza con insolencia como una bandera de guerra contra los que tienen algo. Los pobres que son débiles y buenos no les interesan a esos demagogos porque no los consideran verdaderos pobres y porque no se dejan embarcar en la lucha de clases.

Además el concepto de pobre es impreciso. Toda la clase media es pobre, por ejemplo, comparada con los grandes empresarios y también lo son las viudas, los huérfanos aunque tengan algunos bienes, y los débiles en general, como lo somos todos frente a los que tienen poder.

La opción por los pobres debería incluir a los enfermos pero sólo se ocupan de ellos cuando eso les permite hacer resaltar públicamente su dedicación. Tampoco se ocupan debidamente de los enfermos procurando que salven sus almas. Ante un enfermo terminal, si es que lo visitan, enmudecen, lo dejan morir sin Dios.

El hecho es que los hospitales no dan abasto, que están mal atendidos y que no se alivian los sufrimientos de los enfermos. Esto a los que "optan por los pobres" no les conmueve. Es demasiado trabajoso y demasiado caro. En la argentina, estos demagogos tienen el poder desde hace 60 años y los hospitales están cada vez en peor estado.

Además, las monjas de la Caridad, que antes eran los ángeles de los hospitales, han desaparecido de los hospitales por obra del laicismo dominante (que el clero progresista no combate), las vocaciones religiosas femeninas han disminuido dramáticamente y algunas de las que quedan delegan su labor en enfermeras profesionales asalariadas, sin que al clero "progresista", que propicia la "opción por los pobres", se preocupe por eso.

11) "El comunismo terminó. La izquierda se ha hecho democrática y aceptable. Todos los que niegan este hecho indudable son locos que ven comunistas hasta debajo de la cama. En cambio la *derecha* no terminó y sigue siendo un peligro que debe ser combatido enérgicamente. Todo *derechista* es un *fascista*. "

Es falso que el comunismo terminó. Sólo se ha metamorfoseado, ha cambiado de nombre y de métodos, pero sigue siendo comunismo, o sea, sigue propiciando la lucha de clases y el igualitarismo, la abolición de la propiedad privada, el amor libre y la dictadura del proletariado, o sea, de los agentes del "partido de los proletarios". En Rusia, sus actuales gobernantes, empezando por Putin, son todos comunistas y muchos de ellos, como Putin, ex oficiales de la KGB, la famosa policía política del "stalinismo".

De hecho, cuando empezó la "perestroika" que se presenta como la renuncia del comunismo al poder, había en América Latina un solo país comunista, Cuba. Ahora que el comunismo supuestamente ha caído, Cuba está más fuerte que nunca y hay 8 países con gobiernos de izquierda que son aliados utilísimos de Cuba, Rusia y China: Venezuela, Argentina, Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Brasil, Uruguay, Honduras y existe el peligro de que pronto se le sume Chile si es electa la ex-terrorista Bachelet. El gobierno de Colombia no está muy lejos de hacer un pacto con la guerrilla de las FARC que se está negociando en La Habana (¿¡?) y el presidente Santos no es un enemigo de la izquierda.

A causa de esta visión falsa acerca de la inexistencia del comunismo, el Pensamiento Único promueve a los izquierdistas en todas las profesiones que pueden influir en las ideas de la gente o en su movilización política. Son periodistas, escritores (los únicos que cuentan con editoriales y librerías a su disposición y sus libros son los únicos que la crítica califica como "best sellers"), profesores, lideres sindicales, políticos elegibles con prensa a su favor, etc.

En cambio, como la "derecha", según este axioma, sigue siendo un peligro que debe ser combatido con energía y como la definición de "derecha" se la reservan los izquierdistas que controlan la prensa, a toda persona que defienda el catolicismo, las tradiciones, el orden, las jerarquías naturales, la moral natural, se la tacha de "derechista", "fascista", y se le hace una guerra sorda que es una verdadera "conspiración del silencio". Sus opiniones no son publicadas en la prensa, sus libros no tienen editores y si los editan a su costa, las librerías no los aceptan o los reciben para esconderlos y si quieren hacer Política (la verdadera, sin pactos con la izquierda ni con la corrupción) se les hace el vacío y se los difama con mentiras o medias verdades.

12) "La democracia es esencial y pertenece a los democráticos, que son todos los políticos que van desde la izquierda extrema al centro que no combate la izquierda. La mayoría tiene derecho a resolver cualquier cosa, aunque viole la ley de Dios. Lo que dicen las autoridades del comicio siempre es verdad. En el tiempo de los "conservadores" había fraude, pero ahora es falso decir que haya fraude."

La democracia es una de las tres formas de gobierno clásicas y es aceptada por la Iglesia siempre que respete ciertas condiciones esenciales. Es falso que una mayoría tiene derecho a resolver cualquier cosa. No le es permitido violar la ley de Dios ni ignorar la Justicia.

Además, el pueblo de una democracia debe ser como lo describe Pío XII en su famoso discurso de la Navidad de 1944, no una masa movida por demagogos.

No debe admitirse que cualquiera vote sobre cualquier cosa, aunque la ignore totalmente, ni que sean candidatos individuos indignos o incapaces. Los electos deben gobernar para el bien común de todo el pueblo y no para su partido. Ningún partido cuyo programa viole estas condiciones esenciales puede ser admitido en la contienda electoral. La publicidad de los candidatos debe ser igual. No puede permitirse a la prensa promover a algunos e ignorar o difamar a otros, a no ser la prensa abiertamente partidista a la que igualmente le está vedado mentir y difamar.

Ninguna de estas condiciones se cumple en las democracias modernas. Desde luego el sistema que se practica en la argentina no es de ninguna manera democrático y es totalmente fraudulento, especialmente desde que se inventaron los cómputos electrónicos, fácilmente falsificables y difícilmente controlables.

La Sra.Kirchner no es la presidente legítima de la Nación como tampoco lo fue Chavez, ni lo es Maduro en Venezuela. Todas las elecciones ganadas por ellos han sido fraudulentas por diversas razones pero sobre todo por la escandalosa falsificación electrónica de los resultados electorales.

Poco les importa a los "democráticos" que se respete la naturaleza de un pueblo sano, ni que el fraude se haya convertido en un recurso permanente para ganar elecciones. Los pregoneros del Pensamiento Único sostienen que estos son los tiempos de la democracia y que las mayorías que ellos, mintiendo, dicen tener, son verdaderas mayorías

Los modernistas se pliegan a esta teoría. Dicen ellos que "vivimos unos momentos en los que el sentido de la libertad está alcanzando su punto álgido. En la sociedad civil, la conciencia pública impuso la democracia. Pero el hombre no tiene más que una conciencia como sólo tiene una vida. Por consiguiente, si no se quiere provocar en el hombre un conflicto interno, la autoridad de la Iglesia debe adoptar un régimen democrático, tanto más cuanto que, si así no lo hace, camina hacia su propia destrucción." Así lo revela San Pio X en la Encíclica "Pascendi". (Edic. cit. pag. 269).

13) "Los jóvenes son maravillosos. Deben ser alentados en su alegría, no se debe impedir sus diversiones alegando reglas y modos de ser anticuados. Es moral rigorista condenar la mayor libertad en las relaciones entre los dos sexos."

Los jóvenes son buenos cuando han sido bien educados desde niños, no cuando son adulados y se les permite hacer lo que quieran. La educación de los niños y de los jóvenes debe basarse en la doctrina católica, y está en primer lugar a cargo de las familias. Las escuelas deben continuar la tarea con el mismo principio.

Faltando esto o inculcando ideas falsas y moral en las mentes infantiles y juveniles, en vez de una "juventud maravillosa" tendremos un semillero de malas personas y de delincuentes.

En la adolescencia, cuando empiezan a despertarse los instintos, es indispensable evitar la promiscuidad entre los sexos, que es precisamente lo contrario de lo que propician los partidarios del Pensamiento Único. Ellos saben que dando libertad sexual, disminuyendo el pudor y el sentido moral, corrompen a los jóvenes y los preparan para seguir ciegamente los postulados de su nefasta filosofía.

A eso se dedican mediante la llamada "educación sexual", acerca de la cual decía el Papa Pío XI en su Encíclica "Divini Illius Magistri": "Está muy difundido el error de los que, con pretensión peligrosa y feo nombre, promueven la llamada *educación sexual* estimando falsamente que podrán inmunizar a los jóvenes contra los peligros de la concupiscencia con medios puramente naturales..." (nro. 41).

Sin una educación basada en buenos principios, la sensualidad no tarda en hacer presa fácil de los jóvenes lo que los conduce, como por un tobogán, a aceptar la filosofía del Pensamiento Único con lo cual los demagogos tienen preparada su clientela para toda clase de aberraciones. Los farsantes que sostienen la falsa proposición a que nos referimos, son los mismos que, hipócritamente, condenan la "corrupción de menores", cuando son ellos los primeros y principales corruptores.

 

14) "Los viejos son una carga. Que no molesten."

Hoy hay varias clases de viejos. La mayor parte de los viejos, son simplemente viejos y débiles, sin haber acumulado sabiduría a lo largo de sus años de trabajo y penurias. Merecen ser auxiliados en su vejez especialmente por sus hijos y nietos, porque el Estado, que los esquilmó toda la vida mediante contribuciones forzosas a un sistema impositivo y jubilatorio feroz, no les paga una pensión que les permita vivir con un mínimo de dignidad. Es inmoral que sean considerados como una carga porque ellos, aunque más no hayan hecho, han sido los transmisores de la vida a sus descendientes y en alguna medida han contribuido a la supervivencia del país.

Algunos de ellos, que han recibido una buena educación y han usado bien su cabeza, son portadores de la sabiduría que dan los años debidamente vividos y lejos de ser una carga, son un tesoro que las nuevas generaciones deberían aprovechar aprendiendo de ellos y oyendo sus consejos. Los grandes pueblos antiguos, especialmente los griegos y los romanos, así los consideraban y les hubiera parecido una prueba de imbecilidad generacional que los más jóvenes los consideraran una carga.

Lamentablemente hay otros que han envejecido en el vicio y en el errror, casi irremediablemente dañados por el Pensamiento Único. Estos abundan en las "clases cultas", corrompidas por la prensa y por el "establishment". Estos viejos no son una carga, son un veneno que debe ser evitado, sin perjuicio de los deberes que la caridad nos impone respecto de ellos.

15) "La prensa debe ser libre, sin censura previa. Aunque pueda fomentar la concupiscencia, el resentimiento, el odio de clases, la falsedad histórica, la difamación o cualquier otra tendencia considerada censurable por la moral católica, no debe ser censurada."

Los hipócritas propulsores del Pensamiento Único sostienen la libertad de prensa no "AUNQUE pueda fomentar la concupiscencia...etc." sino PORQUE fomenta todo eso y sólo en la medida en que lo fomente. Quienes defienden el catolicismo o simplemente la verdad natural, no tienen posibilidad alguna de publicar sus escritos en la gran prensa. Ellos padecen una censura descarada que se hace en nombre de la "libertad de empresa".

Además de la experiencia cotidiana del silencio al que me somete la prensa, me acuerdo que cuando fundamos el Partido Orden y Justicia, al comprobar que los diarios jamás publicaban una noticia sobre nuestra campaña política, los demandamos por violación del principio de "libertad de prensa" que consta en la Constitución. Las contestaciones de demanda de los diarios se basaron, en cambio, en la "libertad de empresa". "Nosotros somos los dueños de los diarios y publicamos lo que queremos, en uso de nuestra libertad de empresa". Por supuesto ganaron el juicio.

El Papa Gregorio XVI en su Encíclica "Mirari vos" dice: "Debemos también tratar en este lugar de la *libertad de prensa*, nunca suficientemente condenada, si por tal se entiende el derecho de dar a la luz pública toda clase de escritos, por muchos deseada y promovida. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar qué monstruos de doctrina, o mejor dicho, qué sinnúmero de errores nos rodean, diseminados por todas partes, en innumerables libros, folletos y artículos ...de todos ellos sale la maldición que vemos con honda pena esparcirse por toda la tierra." (nro. 11).

Si eso podía decirse en 1832, año de la Encíclica, ¡qué debería decirse hoy cuando esa plaga se ha multiplicado al infinito al igual que la conjura del silencio que pesa como una lápida sobre los buenos escritos!

16) "Los exitosos en los negocios, en la política, en el deporte, en la vida social, son los modelos de la vida aunque su conducta sea reprochable moralmente. El "perdedor", el "fracasado", las medianías, los que no tienen prensa, son despreciables, aunque se diga que son moralmente mejores."

La verdad es que el éxito no se basa sólo en alguna calidad del exitoso sino (¡y sobre todo!) en el favor que le presta el poder del "establishment". El éxito depende más que del mérito, del sometimiento al Pensamiento Único que demuestre el aspirante a la "consagración". Los que explicitan esa dependencia entrando en alguna sociedad secreta que promueva esas ideas, son los que más cerca están del éxito.

Por otra parte, los "fracasados" no lo son sólo ni principalmente porque sean ineptos sino porque no demuestran igual sumisión al poder establecido en todos los órdenes, en la política, en los negocios, en la prensa, en los entretenimientos y hasta en el mismo ambiente eclesiástico.

Los jóvenes, sin educación católica verdadera o infieles a ella, movidos por la ambición, toman como modelos no a los "perdedores", por virtuosos que sean, sino a los "triunfadores" y tratan de imitarlos en todo, incluyendo en su adhesión al Pensamiento Único y en su inmoralidad porque intuyen que esos "triunfos" no son puramente obra de la capacidad propia sino de esa adhesión servil.

Hay exitosos "católicos" que parecen virtuosos. Puede ser que lo sean en algunos o varios de los capítulos de la moral, pero ciertamente no lo son en su debida fidelidad al catolicismo sin mancha de modernismo. Su catolicismo sintoniza con el modernismo dominante en el clero, que tiene una enorme cuota de poder y eso les asegura el acceso al éxito.

17) "La vida es lo más preciado. No hay nada por encima de la vida porque no hay otra vida o al menos no es tan seguro que la haya, como es seguro que existe esta que tenemos ahora. Gozar de la vida es la mejor manera de vivir."

La vida terrena no es lo más preciado, porque es pasajera, sino la salvación del alma, que es perpetua. Negar que haya un Cielo y un infierno, es el principio de todos los crímenes y de todas las canalladas. Si a alguien le queda algo de "bueno" luego de haber adoptado esa negación (por ejemplo, los ateos, tan adulados por los modernistas) es por pura casualidad o por un resto de una buena educación recibida en la niñez. Pero a la primera dificultad o a la primera atracción suficientemente tentadora, el infeliz deja a un lado ese resto de bondad y empeora. Lo que la opinión analizada considera "gozar de la vida" significa adoptar una moral deformada o ninguna moral.

Los modernistas, apoyados en esta opinión generalizada, no se cansan de predicar que el católico debe ser alegre, siempre alegre, como si viviéramos en el mejor de los mundos. La vieja doctrina católica nos enseña, en cambio, que vivimos en un valle de lágrimas y es denigrada y despreciada como una forma de melancolía patológica de la cual culpan precisamente a la buena doctrina católica.

La verdad es otra. La alegría del católico no es nunca un "gozo de la vida" mundano, despreocupado y saltarín, sino una firme y serena confianza en que la misericordia de Dios nos abrirá las puertas del Cielo. Y esa es la virtud de la Esperanza.

Los modernistas alegan que un "santo triste es un triste santo", como si el "gozo de la vida" que ofrece el mundo fuera una condición para ser santo. Es obvio que esa frase sólo es verdadera si se la entiende a la luz de la Esperanza.

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REPRESENTACIÓN DEL DISCURSO TÍPICO DE UN PRELADO MODERNISTA

Imaginemos un alto prelado famoso por su humildad. Esa fama debe promoverla él mismo mediante diversos gestos bien estudiados para producir la admiración esperada. Si visita un hospital; si hace "cola" para conseguir algo que, con su cargo, podría obtener en cinco minutos; si visita una vivienda de gente pobre; si se llega a un santuario mariano y reza el Rosario, y otras cosas semejantes, debe haber fotógrafos que registren estos hechos y prensa que los publique.

Además, sonríe, sonríe permanentemente con una sonrisa distendida y ancha, de tal manera que todos piensan que es feliz y simpático y que esa es la manera de ser católico. Cuando habla insiste en la necesidad de ser alegre y hace confidencias acerca de su vida simple y humilde, y relata que antes de entrar al seminario era un joven como todos los demás que hasta tuvo una novia y salía a bailar. Cuenta las cosas que le decía su abuela, su mamá, su papá y las maestras del colegio. Es decir, todos pueden ver que en él no hay ninguna pretensión de superioridad y que si su jerarquía eclesiástica es elevada, ni se acuerda que la tiene ni quiere hacerla valer.

Su llaneza estudiada y constante, crea un sentimiento de igualdad que desacraliza la autoridad de su cargo eclesiástico. Todo en él parece decir: "Esta jerarquía que tengo no me diferencia de ustedes. Somos todos iguales." Inclusive habla contra las estructuras caducas (de las que forma parte esa jerarquía, aunque no lo aclara, pero se entiende), de la necesidad de cambiarlas, porque son repugnantes a la necesaria proximidad de los prelados con el pueblo, del cual viene la inspiración para el cambio.

La Iglesia ha exagerado el valor del dolor. Ya Jesús sufrió en la cruz y conquistó para nosotros la alegría. Sólo se trata de amar a Jesús, de sentirlo como un hermano, como un amigo. Sin ese sentimiento nuestra religión es falsa. El encuentro con Jesús es algo personal que nace desde adentro del alma, como una fuente escondida dentro de nosotros que debemos estar siempre dispuestos a dejar surgir.

La experiencia religiosa es insubstituible y en ella está la verdad. Repetir frases aprendidas, que nos vienen de afuera, por más que se nos presenten como doctrina ortodoxa, puede aplastar nuestra sensibilidad del Jesús verdadero que está dentro de nosotros. La única doctrina que debemos seguir es la que resulta de la reflexión sobre nuestra fe inmanente, profunda. Ella nos indica lo que debemos creer y hacer.

La moral no puede ser un conjunto de reglas que se nos imponen. Debemos ser buenos cómo y porque sentimos que hay que ser buenos. El amor al otro es lo esencial. Sin ese amor incondicional, sin barreras ideológicas ni religiosas, que es obra del Espíritu Santo, no hay moral sincera. Toda división, toda discriminación, es obra del diablo y es fruto de la soberbia. Debemos ir al mundo, no pensar que somos de otro mundo. Hay que ir hacia la gente, salir afuera de nosotros mismos pero movidos por el sentimiento que está dentro de nosotros en donde está Jesús. Si Jesús no está en ese sentimiento, no está en ninguna parte y en vano predicaremos palabras.

Especialmente debemos estar con los pobres. Los ricos creen que dando unas limosnas ya cumplen con el amor, pero se engañan. Tienen que compartir todo lo que tienen o su dureza los aleja de Jesús. Esos ricos han perdido la vivencia de la fe y su cristianismo se ha degradado. Hay que estar siempre con los pobres y defender los derechos humanos, aunque nos digan "comunistas".

No debemos confrontar, debemos estar en paz hasta con los que niegan a Dios y lo que consideramos moral. Debemos defender nuestra ética, pero no hacer manifestaciones a causa de una coyuntura legislativa que nos parezca mala, por mala que sea. Las protestas en defensa de nuestra idea de moral son contrarias a la mansedumbre que debemos tener frente a todos, aún frente a los que son enemigos de nuestra fe. Actuar de otra manera sería hacer política, que no es nuestra misión.

Tampoco debemos tratar de impedir que haya quienes quieran hacer público su ateísmo y hasta su odio a Jesús. Acordémonos como Jesús le ordenó a Pedro envainar su espada en el Huerto de los Olivos. Un artista que es tildado de "blasfemo" (¡fea palabra que no deberíamos usar nunca!), que hace exposiciones de sus obras obscenas con figuras religiosas, debe ser respetado porque es lo que él siente y nosotros tenemos que convivir con él. No lo podemos atacar.

El mundo progresa, la conciencia moral de las culturas es cada vez más vívida. Los tiempos de la desigualdad y del trato altanero han pasado para siempre. Estamos en la era de la fraternidad, que es la única manera de ser cristiano.

Es cierto que la moral cambia, ¿pero acaso nosotros no cambiamos también? Si seguimos fieles al hecho religioso como un movimiento hacia el encuentro con Jesucristo, que es la esencia de la moral, no debemos temer los cambios de las costumbres ni mantenernos al margen de la vida.

¿Que eso puede llevarnos al pecado? ¡No importa! Nunca debemos rendirnos ante el mal. Eso es lo que quiere el diablo. Sentirse pecador es una de las cosas más lindas que le pueden suceder a una persona. Es una gloria. Sólo los grandes pecadores tienen la vivencia de la gracia. El pecado no es una mancha, es un lugar privilegiado para el encuentro con Jesús. Los que viven obsesionados con ser buenos, son los peores. Y es seguro que no pagan los impuestos ni cuidan la naturaleza y denigran a los "ecologistas".

Creamos en el hombre, no levantemos barreras entre los hombres. Confiemos en que la chispa de la divinidad que hay en cada uno de nosotros encienda la llama del hecho religioso. Lo importante es la sinceridad. Hasta los ateos tienen esa chispa dentro de sí, aunque no se den cuenta. Pero nosotros, por la gracia de ser cristianos lo sabemos y debemos confraternizar con ellos. Lo mismo que con los seguidores de cualquier religión porque todas llevan a Dios de alguna manera. Dios es el mismo para todos. Sólo los duros de corazón pueden dejarse dominar por las ideologías que separan. El cristianismo no es una ideología. etc. etc. etc.

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Podría seguir desarrollando el libreto de ese modelo de prelado modernista actual, pero sería largo y fastidioso. Con lo dicho basta para ver cual es el sentimiento que intenta crear y cual es la idea a la que ese sentimiento lleva. Es precisamente la herejía modernista condenada por San Pio X, hoy llamada "progresista", según la cual "es en el interior del propio hombre donde hay que buscarla (a la revelación religiosa); pero como la religión es una forma de vida, la explicación estará exclusivamente en la misma vida del hombre. Por este camino se llega a establecer el principio de la inmanencia religiosa...un fenómeno vital... (que) arranca de una cierta indigencia o de un cierto impulso, cuya primera expresión es ese movimiento del corazón que llamamos sentimiento." (Encíclica "Pascendi", edic. cit. pag. 225).

Ahora bien, como el sentimiento es algo personal e intransferible, a no ser por simpatía, no existe un criterio de verdad objetivo, ni Revelación de Dios que lo justifique. Luego, no queda otra cosa que concluir que mientras uno sea fiel a ese sentimiento propio, está en lo cierto y, por lo tanto, no hay razón alguna para decir que el catolicismo sea la única religión verdadera y menos aún que fuera de la Iglesia no hay salvación.

Ese "Jesús" al que se invoca como una presencia sensorial de cada uno, no es el Hijo de Dios hecho hombre, aunque desde luego el prelado modernista-progresista no lo diga. Es una obra de nuestro corazón basada en aquellos aspectos de la historia de Su vida que nos han impresionado. Es, por lo tanto, aunque el prelado de marras no lo explicite, un hombre como nosotros y hacerlo Dios es alejarlo de nosotros. Hay muchas maneras de explicar el fenómeno religioso que Jesús provoca en nosotros que no exigen divinizarlo. Si se atrevieran, elogiarían el libro impío de Renan, varias veces condenado, sobre la "Vida de Jesús" puesto que allí se lo presenta como un hombre extraordinario, un superhombre, pero nunca como Dios.

De esta manera subliminar, a través de los sentimientos hábilmente manipulados y de cambios sugestivos en los símbolos de la Iglesia, el prelado modernista va produciendo la apostasía de las almas católicas y su adhesión a la herejía modernista-progresista puesto, que como dice San Pio X, una vez aceptado un postulado de ella, los demás exigen la misma adhesión. Quienes sigan a esa clase de prelados con ese tipo de discurso, pierden la fe católica.

Pidamos a la Santísima Virgen que interceda por todos nosotros, católicos, para no ceder ante esa embestida de la peor herejía de todos los tiempos presentada ahora de la forma más imponente y habilidosa de toda su historia. FIN

Cosme Beccar Varela