A fin de recaudar mas divisas los cubanos podrán alojarse en hoteles, pagando dolares, desde luego.

Raúl Castro adopta una nueva medida de 'liberalización' económica basada en la experiencia obtenida al establecer las tiendas dolarizadas que cambia a los cubanos comida por divisas enviadas por sus familiares en el extranjero. 

MAURICIO VICENT - Corresponsal de EL PAIS -La Habana - 14/03/2008  

  

Los cubanos podrán hospedarse en los hoteles de turismo. El Gobierno de Raúl Castro ya ha tomado la decisión y acabará “muy pronto” con una de las prohibiciones que la población criticó con mayor dureza en las asambleas celebradas en el país el año pasado. “Muy pronto” significa en los próximos meses, seguramente antes del verano, según fuentes cercanas al poder y algunos hoteleros extranjeros que extraoficialmente saben de la medida. Ayer, el diario Granma indicó que si en un momento crítico fue necesario “priorizar el turismo foráneo” para conseguir más divisas y “evitar la desigualdad en una sociedad marcadamente igualitarista”, hoy las circunstancias han cambiado.

 El diario oficial 'Granma' dice que las circunstancias han cambiado

Nadie ha explicado a EL PAÍS cómo se llevará a cabo en la práctica esta liberalización, si manteniendo ciertas restricciones o abriendo enteramente los hoteles a los clientes cubanos. Lo que está claro, según todas las fuentes, es que las autoridades desean acabar cuanto antes con esta prohibición, que genera gran malestar en la población y choca con la propia Constitución, que en su artículo 43 consagra el derecho de todos los nacionales a hospedarse en “cualquier hotel”.

Administradores extranjeros de hoteles dijeron que la medida será beneficiosa para el sector, más si se adopta antes del verano, como todo parece indicar. Si se compara el salario medio en Cuba con los precios de los establecimientos turísticos, una sola noche de hotel es prohibitiva para la mayoría. Pero se estima que muchas personas se beneficiarán con el fin de esta prohibición ya que cada vez es más la gente con acceso a divisas, incluidos artistas, deportistas, trabajadores de firmas extranjeras, campesinos privados o cubanos que reciben remesas del extranjero.

Hoy los que tienen más recursos no puede gastar su dinero en pasar unas vacaciones, por ejemplo, en un hotel de Varadero. Y se dan absurdos como el siguiente: alguien que se fue de su país en una lancha puede, si regresa, alojarse en cualquier establecimiento turístico; pero su hermano o su vecino, que no se fueron de Cuba y quizás militen en el Partido Comunista, no pueden quedarse con él aunque se haga cargo de los gastos.

Las autoridades adoptarán una estrategia de bajo perfil para acabar con muchas de las prohibiciones que se quieren eliminar, dijeron fuentes cubanas conocedoras de lo que se cuece. Por ello, la liberalización de la venta de DVD, ordenadores y otros equipos electrónicos, o la autorización a los cubanos para hacer uso de los hoteles, y otras medidas por venir, no se publicitarán a bombo y platillo en la prensa, chirriaría demasiado.

El artículo de Granma, firmado por su director, Lázaro Barredo, afirma que la eliminación de prohibiciones, aunque alivie, no resolverá los problemas económicos del país; para cumplir el compromiso de Raúl Castro de mejorar la vida de los cubanos hace falta producir y generar riqueza, y eso, dice Barredo, no caerá del cielo, sino que surgirá “del trabajo y de que gane más salario el que más produzca”. El final de su análisis es elocuente: “Sería imperdonable que por nuestra inercia hipotecáramos el futuro”.