La Crisis Existencial Cubana: Caso Extremo de lo que Afecta a Occidente

 

Por: Alberto Luzárraga

 

Las palabras de Castro sobre la inutilidad de su sistema han dado la vuelta al mundo en tiempo record. ¿Y por qué? No es un secreto ni un descubrimiento. Pero sí tocan de lleno a la teoría del estado niñera en la que el gobierno se hace cargo de casi todos los servicios sociales. Para los amantes de este sistema la Cuba castrista estaba inmersa en este modelo con un defecto: Era totalitaria. Fuera de eso les parecía bien el resto, lo cual explica la tolerancia absurda de un régimen fascistoide disfrazado de comunista por personas que supuestamente profesaban principios democráticos.

Toca de lleno porque el estado asistencial sin límites al gasto público, ni a su interferencia en la vida de los demás, es la antesala de la tiranía. A ella se llega por la concentración de poder en pocas manos y la asfixia de la empresa privada por burocracias enormes que no producen nada excepto reglamentos en cantidades industriales. Naturalmente, son financiadas por los contribuyentes hasta que ya no se puede exprimir más al limón y se sustituye la falta de recaudación por emisión de moneda sin respaldo alguno. De ahí a la inflación galopante no hay mucho trecho y de ese desastre al totalitarismo como ‘salvación’ tampoco. Así triunfaron muchos demagogos incluyendo a Hitler. 

Hoy el mundo occidental se enfrenta a este problema tanto en Europa como en Estados Unidos y Japón. Presupuestos inflados, exceso de empleados públicos, prestaciones sociales imposibles de cumplir sin nuevo endeudamiento, magro crecimiento económico. Hay una reacción saludable particularmente en Estados Unidos. Se comprende que la solución no es más impuestos y más gasto, sino más eficiencia, menos gasto público y más facilidades para fundar y operar negocios que generen trabajo, riqueza e impuestos. Ello equivale a desmantelar parte del sistema.

Y es lo que irónicamente Castro se ve obligado a hacer porque sus mecenas extranjeros ya no dan para mantener la perenne quiebra fidelista. Es notorio para cualquiera que sepa algo de economía o finanzas que Cuba ha sido un estado zombi por décadas mantenido por Rusia primero y por Chávez después con incursiones moderadas de capital español, mexicano y europeo interesado más que nada en altos rendimientos y un ‘pay back’ rápido de su inversión para lo cual naturalmente compartieron ganancias con los ‘defensores del pueblo’.

Difícil será obtener inversiones o ayudas cuantiosas. Sus socios y/o mecenas están demasiado involucrados en sus propios problemas en Europa o en la preparación de su quiebra como Chávez. Tras 50 años de hacer cosas absurdas que pagaron el pueblo cubano y los sostenedores económicos de su régimen, la antigua Unión soviética, los inversionistas ambiciosos, los prestamistas sin seso etc. llegamos  a una ironía de la historia: Castro da el paso más drástico para echar abajo su estado totalitario, que astutamente disfrazó de asistencial, para así engañar a los tontos y disimular sus desmanes.

No tiene otra porque en Cuba la emisión de papelitos disfrazados de moneda tampoco da para más. No puede seguir pagando sueldos a gente que no produce nada porque nunca se les dio la oportunidad de hacerlo ni se les enseñó cómo. Y la inflación ya existe en Cuba. Basta comparar los precios de los mercados libres con los de la escuálida libreta que debe su magro contenido a la falta de dinero para subsidiar.

El momento es propicio para que se cree una nueva Cuba basada en algo razonable y no en un socialismo recalentado con el añadido de libertades civiles. Esta última modalidad es la aspiración de muchos cubanos desengañados con el marxismo que forman parte del sistema o se han acostumbrado a él. No hay de donde sacar amigos, y hasta su propio coma-andante lo admite. Y encima la tendencia en el mundo va en contra del socialismo ineficiente simplemente porque NO produce y ya vamos para los 7 billones de habitantes del planeta. China e India, el 40% de la humanidad han abandonado el planeamiento central absoluto dando cabida a la empresa privada porque el dirigismo económico de factura soviética no puede darle de comer a sus enormes poblaciones. En Estados Unidos las elecciones que se avecinan tienen un tema muy claro: Gobierno desbordado en gasto y tamaño, que hay que reducir. Ayuda a la pequeña empresa en vez de obstáculos.

El hecho de que Castro tome una medida que hubiera tenido que implantar un gobierno no totalitario es de justicia divina. Imaginemos las críticas a un gobierno democrático que lo hiciera: De capitalismo salvaje para arriba. Ahora, el salvaje es Castro con el agravante de que va a despedir a los más infelices y no a sus burócratas más fieles. Y como hemos dicho muchas veces olvidarse del modelo chino. No contamos con un océano por medio, 1,200 millones habitantes y armas nucleares. Realidades todas que facilitaron las relaciones de potencia a potencia entre los Estados Unidos y China. De ahí salió la inversión americana masiva a pesar de que se mantuvo un sistema marxista en apariencia y capitalista en el fondo aunque carente de libertades públicas.

Cuba es un país estratégicamente ubicado, feraz, con buen clima y una emigración que sí se parece a la China---factor vital en su desarrollo reciente--=en cuanto a capacidad de emprender y tener éxito. Podemos aspirar a un excelente desarrollo si Cuba crea un sistema que respete a sus ciudadanos y por ende a los inversores extranjeros. Pero ni Raúl Castro y su camarilla tienen vocación o capacidad para crear el necesario estado de derecho y un clima de inversión favorable, contiguo al mayor mercado del mundo.

La liquidación del socialismo en Cuba se beneficiaría de un movimiento de carácter popular con objetivos similares en Estados Unidos y ello está en marcha. Hay razones para ser optimistas si nos aliamos con los que tienen los mismos objetivos. La verdad del desastre cubano refuerza los argumentos de los reformadores americanos y da un rotundo mentís a los defensores extranjeros de Castro y sus métodos. Pero para arreglar el desastre cubano no podemos andarnos con medias tintas y aceptar compromisos a medias. Precisa avocarnos a decir la verdad descarnada en forma serena y razonada para reformar el país con ella. Debe ser compañera inseparable. No requiere estridencias. Tan solo presentar hechos y derivar conclusiones. E incluye decir la verdad sobre el desastre familiar y moral que nos legó Castro pues sin familia no hay ciudadanos ni nación. Esto hay que reconocerlo y remediarlo. ¿El peligro? Creer que el problema es político solamente y no estructural y moral, dejar que los creadores del desastre cambien de casaca, busquen socios extranjeros de su misma calaña y sigan gobernando con otra música pero la misma letra puesta de moda durante cincuenta años por el egoísta máximo: Yo primero y los demás que se aguanten. Hay mucho que hacer y pensar con serenidad y a fondo.