Estado de los Suelos Agricolas Cubanos

Víctor Rolando Arroyo, UPECI

PINAR DEL RÍO, agosto (www.cubanet.org) - Mientras la delegación del
gobierno de Fidel Castro llevó a la cumbre sobre el desarrollo sostenible
de Johannesburgo una exposición acusatoria contra los demás países del
mundo, los problemas del entorno cubano son tremendos.

El ingeniero agrónomo Miguel A. Camejo Planes, director del Centro
Nacional de Estudios Agrícolas Carlos Quintela, respondió algunas
preguntas relacionadas con el medio ambiente en Cuba.

¿Cómo se encuentran los suelos agrícolas cubanos?

"El 77 por ciento de los suelos clasifican como poco o muy poco
productivos. La fuente de esta información es el propio régimen que en
teoría elabora programas para el mejoramiento de esas tierras, pero en la
práctica la acción es nula. Sólo tienen interés en ocho cuencas
hidrográficas de las cientos que hay en el país, y el trabajo que se
ejecuta en ellas para su mejoramiento se lleva a cabo a un ritmo que
demorará décadas en revertir su actual mal estado".

¿Qué más puede decir a los lectores de CubaNet sobre el estado de los
suelos?

"Tenemos un 73 por ciento de los suelos deficientes en materia orgánica.
La salinidad, la baja retención de humedad, la erosión, la baja
fertilidad y la compactación dañan los suelos agrícolas cubanos en
magnitudes que oscilan del 15 al 45 por ciento de la superficie total".

¿A quién culpar del desastre si más del 80 por ciento de los suelos
agrícolas y forestales del país son propiedad del Estado hace más de
cuatro décadas?

"Un solo ejemplo basta para demostrar cuá ha sido la política del Estado
cubano en materia de desarrollo sostenible: los suelos tabacaleros de
Pinar del Río (33 mil hectáreas) tenían una excelente situación
agrológica en la década de los 50, pero ahora el 35 por ciento de ellos
no están en condiciones de rendir cosechas eficientes, por lo que miles
de familias perdieron su sostén económico.

"Otro ejemplo que confirma lo antedicho es la depredación oficial al
medio ambiente. En el año 2000, el gobierno reconoció el lento
crecimiento de la superficie boscosa por la baja tasa de reforestación
anual y los insuficientes índices de supervivencia de las plantaciones
efectuadas. Dos años después son impresionantes las inversiones que se
ejecutan para aumentar el proceso de aserrado y secado de madera,
elevándose un 20 por ciento los niveles de tala. ¿Es lógico esto?

"A todo esto se debe agregar la pérdida de miles de hectáreas de bosques,
por incendios que podían haberse controlado si se atendiera adecuadamente
esas zonas. También miles de hectáreas de bosques naturales en la parte
occidental de Pinar del Río fueron transformadas en plantaciones de
cítricos, alterando la vegetación autóctona de la región. Plan citrícola
que fracasó, los terrenos se hallan abandonados, y se ha generado una
zona desértica que avanza hacia el noroeste donde ha comenzado a
perjudicar extensas áreas productoras de alimentos y pastos".

¿Este es todo el daño?

"Aún queda mucho por decir. Basta mirar al litoral norte de la provincia
Pinar del Río, por la zona del poblado Santa Lucía, donde la franja de
manglares protectora de la costa ha desaparecido por los residuos que
vierte la planta de sulfometales ubicada allí. O lo que ocurrió en la
llanura sur de la provincia, donde los altos niveles de pesticidas y
demás agentes químicos empleados por el Estado en el cultivo del arroz
acabaron con la vegetación marina, ahuyentando del sitio especies de
crustáceos y peces comerciables. Pero lo peor aún no se conoce, porque
nadie puede calcular con certeza cuáles serán las consecuencias negativas
del empleo a gran escala del petróleo cubano y la emanación a la
atmósfera de los residuos gaseosos luego de su uso. ¿Nos convertimos en
un país de alta polución, sin tener una gran industrialización?"

Para el ingeniero Camejo la solución de los daños al medio ambiente
radica en que el gobierno cubano deseche su política de centralización y
permita que otros organismos participen en los programas de desarrollo
sostenible y ofrezcan informaciones fidedignas, confirmables, del real
estado del entorno de Cuba.