¿CONFORMARNOS CON POCO? ¡NO!

REFLEXION SOBRE UN BRILLANTE ESCRITO DE ELIAS BISCET.

Por: Alberto Luzárraga.

 

 

En un histórico documento titulado ¿Dos Caminos? distribuido por su esposa Elsa Morejón, Elías Biscet da en el clavo de la problemática cubana actual.

 

Nos recuerda que estamos muy próximos a conseguir la libertad incondicional de Cuba aunque diferimos en los métodos a utilizar. Estas diferencias, nos dice " han dado oxígeno a las llamas del mas reciente y peligroso obstáculo que confrontamos. Me refiero al movimiento por la complacencia. Un movimiento que intenta hacerles creer a los cubanos, fieles amantes de la libertad, que deben aplaudir y complacerse con recibir pequeñas dosis de libertad."

 

Ahí radica el problema. Constantemente oímos hablar de 'transición pacífica' de 'solución consensuada' y demás frases que en teoría suenan bien pero en la práctica omiten un requisito esencial: romper a fondo con el pasado tiránico y malvado. Si se puede hacer 'a las buenas', albricias que así sea, pero hay que poner los puntos sobre las íes. Si el precio es perpetuar el mal a medias o disfrazarlo de seudo democracia, es un precio impagable. Es precisamente lo que dice Biscet en estupendo párrafo:

 

"A este movimiento de bajas expectativas se une la especulación de que otros fragmentos de libertad y de democracia automáticamente le seguirán. Este malpensado movimiento no reclama para los cubanos los derechos humanos básicos reconocidos internacionalmente, solo los sugiere. No reclama los derechos democráticos de la constitución ultrajada de 1940, si no que opta por el marco de la ilegitima constitución Comunista de 1976. Dicha constitución no es mas que un instrumento de la opresión, un documento malévolo cuyo único propósito ha sido la justificación de un estado totalitario y mal formulado, Esta es una aberración ilegal que ha permitido y hasta fomentado la encarcelación, la tortura y la ejecución de oponentes políticos sin el mas mínimo derecho al proceso legal o a su defensa. Este es un engendro ateo que ha servido solamente a aquellos que esclavizan a nuestro pueblo."

 

La lógica es absoluta. Los resultados la prueban. Los países que han roto tajantemente con el pasado malvado como la República Checa, Polonia etc. prosperan como sociedades en todos los planos, se constituyen en países respetados que  acceden a la OTAN y próximamente a la Unión Europea. Rusia en cambio donde nunca quedó claro quien era quien y que responsabilidades había que enfrentar, se debate entre ser una verdadera democracia y un remedo de ella. Existen concentraciones escandalosas de riqueza provenientes de una privatización mal hecha y los responsables de décadas de abusos no solo respiran a sus anchas sino que inclusive hay propuestas de volver erigir la derribada estatua de Derzhinsky el siniestro fundador de la Cheka. Menos del 30 % de los ciudadanos votan y el desaliento cunde. Por añadidura una guerra interna la consume. Los cubanos que hoy gobiernan fueron estudiantes aventajados del sistema soviético. Podemos estar seguros de que están muy al tanto de la 'transición' rusa que no ha decido aún temas básicos sobre propiedad privada y cuyo sistema judicial ofrece muy pocas garantías. Esas fallas tuvieron su génesis en cambiar la forma y no entrar de lleno a cambiar el fondo.

 

Pero en fin, Rusia está muy distante de América y su historia no tiene antecedentes democráticos. Pero Cuba, a 90 millas de la democracia más antigua del planeta y con una historia muy distinta, ¿tiene  acaso que conformarse con tan poco? Biscet nos da la respuesta:

 

"¿Merecen las incontables familias que fueron separadas de sus seres mas queridos, destruidas en el proceso, al igual que los que han perecido en el mar, o han muerto en el exilio soñando con el regreso a su patria, que ahora aceptemos las migajas que se nos ofrecen?  ¿Aceptaremos la derrota tras casi medio siglo de heroísmo patriótico en busca de nuestra libertad y la democracia, o mostraremos ante el mundo que la mas brutal y larga dictadura de nuestro tiempo no pudo extinguir el inquebrantable  espíritu de libertad de los cubanos?"

 

La respuesta es obviamente un rotundo no. ¿Pero, por qué hace Biscet la pregunta? ¿Será que como muchos de nosotros ve que nos rondan diversos 'componedores de bateas' con agenda propia? ¿Será que desde la prisión intuye el gran peligro de una Cuba convertida en pieza de trofeo?  ¿Trofeo para unos cuantos que piensan aprovecharse de los que según Biscet " por frustraciones y desagrados han extraviado su compás moral, de los que hoy concluyen que debemos apaciguar al opresor."?

 

Elías Biscet entiende perfectamente lo que muchos cubanos de fuera y de dentro también sienten e intuyen; " hemos llegado a una encrucijada en el camino de nuestra historia.  Hace casi medio siglo confrontamos como pueblo una decisión histórica similar. En aquellos tiempos muchos aceptaron las palabras fatídicas que hoy nos vuelven a circular: "cualquier cosa sería mejor que lo que ya tenemos."  Se equivocaron entonces y se equivocan también en la actualidad."

 

 

¿Y por que nos equivocamos cabe preguntar? Porque en forma apasionada y poco reflexiva aceptamos promesas o nos deslumbró una personalidad. Tras cuatro décadas de sufrimiento hay que tomar muy en serio la responsabilidad ciudadana.

Los que vivimos en tierras de libertad con acceso irrestricto a la información  tenemos la obligación de estudiar a fondo lo que proponen los protagonistas de nuestro quehacer actual. Biscet advierte: "Trágicamente mas de cuarenta años de nuestra pesadilla nacional han transcurrido para encontrarnos una vez mas ante la misma disyuntiva, y con la oportunidad de rectificar nuestros errores y convertirnos verdaderamente en dueños de nuestro destino."

 

Para rectificar errores hay que empezar por el primero: creernos a pie y juntillas discursos meramente retóricos. Hay que profundizar. Cuando escuchemos consejos y doctrinas procede preguntarse: ¿Quién lo dice, por qué lo dice, tiene antecedentes y ejecutoria dicha persona que nos hagan confiar en que sabe lo que dice, se rodea de gente honesta, desinteresada, y competente en diversas ramas, o se rodea de gente superficial o de aquéllos que miran solamente a su provecho?

 

¿Si Biscet examina la realidad desde una celda como no hacerlo nosotros? El camino de la libertad no lo va a abrir ni la ONU, ni la Unión Europea ni los Estados Unidos, ni los visitantes de todo tipo que pululan en Cuba, los más con intereses muy particulares, ni tampoco ningún líder mesiánico. Lo va a abrir la conciencia colectiva y unida de la nación cubana de que ya llegó nuestro momento, de que ya basta ser usados por los izquierdistas extranjeros de salón y por los capitalistas sin escrúpulos. Queremos una Cuba con verdadera empresa privada, con un estado de derecho en que se respete al individuo y se remunere adecuadamente al trabajo. Como hacerlo exactamente es tema en que caben diferentes teorías y métodos. Ya los discutiremos, pero queremos hacerlo entre nosotros y en libertad. Sin cocineros entrometidos con guisos pre-cocinados, sin sabelotodos extranjeros cada uno con su fórmula, sin políticos de otros países que nos visitan para adornarse o apoyar su conveniencia personal. Con felices palabras Biscet resume nuestra aspiración:

 

 "Finalmente, a los líderes de las naciones democráticas del mundo, al pueblo norteamericano, y en particular al presidente de los Estados Unidos de América, el señor George  W. Bush,  al que solicitamos solo un simple compromiso - no apoyar o promover ninguna solución o arreglo respecto al futuro de la nación cubana que no estime aceptable para la suya."

 

Biscet hombre moral, religioso e incansable luchador pro-vida termina con esta exhortación que hacemos nuestra. "Que Dios nos ilumine en nuestro camino por la libertad de Cuba". Así sea.