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CONFUSIÓN PARA CUBA:
ANATOMIA DE UN PENSAMIENTO Y SUS CONSECUENCIAS

Por Alberto Luzárraga*
Columnista
La Nueva Cuba
Diciembre 21, 2002


Recientemente leía las declaraciones de Ana Belén Montes pronunciadas ante la corte en el momento de ser sentenciada.

La Sra. Montes alega que procedió de acuerdo a los dictados de su conciencia y utiliza una serie de argumentos para justificar su conducta. Son fácilmente reconocibles: intolerancia, injusticia, falta de compasión, unidas a "desprecio" hacia Cuba por parte de los Estados Unidos.

Menciona también el derecho de los cubanos a dictar su destino y a buscar sus ideales de igualdad y justicia.

Esas razones, nos dice, la impulsaron a traicionar a su país. Reconoce el delito para mitigar la pena mientras justifica las causas.

Pues bien estamos plagados de Anas Belén Montes cubanos que andan en las mismas aquí y allá. Su discurso traducido:"Me equivoqué y me salió mal el asunto pero la causa era buena". Nunca fue buena, siempre fue claramente tiránica y perversa aunque disfrazada de los mismos adjetivos que mencionamos.

Ser magnánimo y hasta generoso con el vencido es gran cualidad. El pueblo cubano la tiene y la debe aplicar una vez más. Las truculencias no resuelven nada y se puede hacer justicia con arreglo a derecho.

Pero de esa posición razonable a aceptar que lo malo era bueno y que lo negro fue blanco va mucho trecho.

Y por allí nos quieren llevar los apologistas del borrón y cuenta nueva que confunde todo al mezclarlo; y de la transición con la constitución castrista del ‘92 como documento fundamental con enmiendas, claro está, para dorar un poco la píldora.

No tiene sentido. Hay que romper con el pasado como han hecho todos los países que salieron de las tiranías y organizar el estado sobre bases sólidas que no tengan ese bagaje opresivo Y para empezar no es necesario romperse mucho la cabeza ni convocar a una Constituyente de inmediato.

No hay base para hacerlo. La preparación de un evento de esa magnitud requiere cuidado esmerado.

¿Qué hacer pues?

Lo hemos venido proponiendo en éstas y otras páginas por años y lo repetimos ahora que se vislumbra el final: el Gobierno Provisional debe dictar un "Bill of Rights' o sea, unas garantías fundamentales que bien puede extraer del título IV de la Constitución del ‘40 tal vez con pequeños retoques para dar aún más protección al ciudadano y funcionar con ello durante la transición.

Si se garantiza la libertad de expresión, asociación, educación, empresa, derecho de propiedad, habeas corpus, inviolabilidad del domicilio y correspondencia y todas las demás que constituyen las limitaciones clásicas al poder, entonces estaremos en el verdadero camino de la libertad.

Pero un documento en sí no da garantías. Es preciso crear un Tribunal Provisional que proteja esas garantías.

En España se resolvió el problema por la Ley 62/78 que creó una Sala especial o de lo constitucional en tanto se organizaba el estado y se creaba un Tribunal Constitucional. Funcionó por dos años del ‘78 al ‘80.

En Cuba desafortunadamente no contamos con la tradición judicial que sí tenía la España de Franco. Los regímenes autoritarios respetan usualmente la propiedad y el derecho privado; sólo son autoritarios en lo político. Pero los totalitarios consumen toda la sociedad incluyendo el Poder Judicial en todas sus manifestaciones.

Sin embargo, encontrar cinco o siete juristas decentes, justos y entendidos podrá hacerse y es la clave para mantener la transición dentro de cauces democráticos en los cuales se ponga coto al poder del estado.

Se irá acostumbrando entonces el pueblo al hecho de que un decreto de la autoridad no es la palabra final. Y ésa es la base de la democracia y la convivencia civilizada.

Que es conveniente hacer después, modificar la constitución del 40, o dictar una nueva es tema para discutir a fondo en un clima de libertad.



*Alberto Luzárraga es Doctor en Derecho Civil (Summa Cum Laude) de la Universidad de Santo Tomás de Villanueva, La Habana, Cuba. Cursó además la carrera de Ciencias Comerciales en la Universidad de La Habana. Tiene una Maestría de Negocios en Finanzas de la Universidad de Miami, Florida.

Con más de 30 años de experiencia en la banca commercial y de inversión Luzárraga ha desempeñado diversos cargos en firmas importantes en Nueva York. Inició su carrera en el Chase Manhattan Bank y su última posición fue Chairman y CEO del Continental Bank International. Actualmente es Chairman y accionista principal del Ameriinvest Group, dedicado a la banca de inversión en America Latina.

Tuvo oportunidad de experimentar como inversionista, banquero y abogado los procesos de transición de un estado centralista a una economía privada y actuar dentro de los procesos jurídicos que abrieron esos cambios.


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